"La convivencia tardará aún mucho tiempo"
Con el temor de que ETA pueda acabar de una forma no conveniente para la sociedad, los dos catedráticos consideran que el camino hacia la convivencia está lleno de obstáculos y peligros.
Pregunta. ETA ha perdido, pero puede dar la sensación de que está ganando en su estrategia y en su simbología a partir del discurso mismo de la gente de Bildu que no se muestra dispuesta a condenar a ETA.
A. L. B. Bildu tiene dos problemas. Primero, si de verdad es capaz de acabar con ETA -porque muchos la dan ya por acabada-. Pero ETA no se acabará si no se fuerzan las cosas, o puede acabar de una forma no conveniente para la sociedad. Y segundo, ¿qué hace con sus presos? Si pretenden que aquí no ha pasado nada, el resto de los partidos tienen una respuesta importante: "Si no queréis hablar del pasado, no se habla del pasado a ningún efecto". Lo que no puede ser es que no se hable del pasado a los efectos que le interesa a Bildu, y sí se hable para que sus presos salgan de las cárceles.
"Aquí hay experiencias trágicas y muchísimo sufrimiento"
"Una dinámica soberanista del PNV impediría acuerdos transversales"
"El PSE no ha sido capaz de que el electorado lo vea como autónomo"
D. I. La experiencia comparada que podemos hacer es que el final de la violencia y del terrorismo son procesos en los que todos los agentes políticos se ponen especialmente nerviosos por no quedar demasiado mal ante la Historia. El combate que ahora empieza en la sociedad, y ya se intuye, se suele llamar el relato. ¿Esto cómo se contará? Hay mucha gente que no quiere quedar muy mal, hay experiencias trágicas y criminales, y muchísimo sufrimiento. Es imposible que esto acabe de forma que todos quedemos bien, que corramos un tupido velo sobre los hechos del pasado. "¡Hombre! si tú quieres que tus presos salgan de prisión, entremos en un terreno ya político, incluso moral". Un terreno en el que eso solo será posible con madurez democrática de la sociedad, y ese momento solo será posible si hay un reconocimiento explícito del daño causado.
A. L. B. Uno de los problemas de nuestro país es que esos niveles se confunden, casi siempre para mal. Por una parte, algunos creen que lo jurídico debe cubrirlo todo, y eso en ningún sistema democrático es posible. Y otros creen, que una vez resuelto lo jurídico, ya no hay más niveles. No, hay muchos retos en el plano político y moral. Resuelto el jurídico, los otros no quedan en blanco. Y ahí, probablemente, el país se juegue el futuro.
D. I. El daño que ha hecho el terrorismo durante tanto tiempo ha sido de tal envergadura que una convivencia, como debe ser, tardará bastante tiempo. Muchas veces nos ponemos nerviosos porque enseguida la palabra reconciliación nos evoca que les tenemos que dar un abrazo, que deben perdonarnos, que tenemos que perdonar. Me contentaría con que en un tiempo nos respetáramos y elaboráramos una cultura democrática.
P. La palabra reconciliación no parece muy oportuna, ni viable en este momento. Es más aceptable la de convivencia. ¿La convivencia democrática entre distintos puede ser una posibilidad cuando se acaben las pistolas? ¿Y mientras tanto?
A. L. B. Antes de hablar de convivencia, mi temor es que el PNV pueda pensar que la única vía de disputar esa hegemonía a Bildu, es la de agudizar el soberanismo. Pero, para los soberanistas, muy mayoritariamente, Bildu es más fiable que el PNV. Otro problema, que me preocupa todavía más, es que en esa dinámica del soberanismo el PNV imposibilite gobiernos o acuerdos transversales. Y el PSE tiene un problema, diría casi existencial, que ni tan siquiera teniendo el Gobierno en sus manos ha sido capaz de presentarse ante el electorado, o de que el electorado vea en él un referente mínimamente autónomo.
D. I. El principal reto del PNV es resolver una cuestión ideológica de definición del proyecto nacionalista. El PNV debe ser capaz de integrar esa periferia de gente, que no es especialmente nacionalista, pero que se ha identificado en los grandes momentos de la historia de este país, y que se ha identificado con un PNV que simbolizaba la defensa del autogobierno vasco en el sentido muy amplio integrador. En cuanto al PSE, la gestión de estos años y las transferencias que el PNV ha conseguido en virtud de la debilidad cara a los presupuestos del Gobierno de Zapatero, le han alejado del objetivo de configurarse como un partido autónomo y claramente identificado con la defensa del País Vasco y del autogobierno.
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