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La crisis del euro

Tremonti-Draghi, una pareja mal avenida

Mientras el Fondo Monetario Internacional recordaba en su informe sobre Italia que el esfuerzo del país para consolidar las cuentas durante la crisis es "apreciable", pero su crecimiento está estancado, el ministro de Economía, Giulio Tremonti, y el gobernador del Banco de Italia y próximo director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, mostraron ayer las agudas diferencias que dividen a la clase dirigente de un país asustado, sacudido por mil broncas y escándalos, y que trata de repente de escapar de su habitual tendencia a la retórica para reaccionar con hechos y lo antes posible a los puñetazos recibidos en los mercados.

Ambos mandatarios defendieron la solidez del llamado sistema Italia, si bien desde puntos de vista divergentes y sin ponerse de acuerdo en cuál es la solución a la crisis y quiénes sus culpables. Todas las diferencias de criterio que ambos han mantenido desde que Draghi llegó a Vía Nazionale hace seis años afloraron en un duelo florentino escenificado ante la Asociación Bancaria Italiana.

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Como buen servidor público de la escuela Bankytalia, Draghi hizo un discurso institucional pero cargado de críticas veladas al Gobierno, citando incluso la necesidad de legislar contra el conflicto de intereses y los privilegios de las castas y corporaciones. Además de recordar que uno de los grandes activos italianos es "la solidez de un sistema bancario poco propenso a las aventuras", Draghi subrayó que para tranquilizar a los mercados ya no basta con tener en orden las cuentas públicas, sino que hay que crecer a niveles sostenibles para poder sufragar los costes de la deuda. Por eso, Italia necesita "reformas estructurales urgentes", "políticas incisivas y creíbles, y mantener un comportamiento coherente", dijo. "Si no, será necesario aumentar los impuestos", añadió.

La solución a la crisis pasa, según Draghi, por "una acción europea y nacional coordinada", y es preciso confiar en Italia por varias razones, ninguna de ellas política: "Una deuda privada y exterior contenida, iniciativa individual, capacidad de innovación, energía en el trabajo, un sistema bancario sano". La lección acabó con una flecha: "Sobre todo hace falta redescubrir la política del bien común".

Tremonti responsabilizó a Europa de la tormenta en términos durísimos, y evitó, como suele, toda autocrítica. "Está en crisis el 40% del Eurogrupo. Hemos perdido tres años y recurrido a instrumentos artificiales para gestionar la crisis", dijo. "Somos 17 Parlamentos, y en muchos de ellos la extrema derecha y los Gobiernos electoralistas siguen actuando contra el espíritu del Tratado". Aunque no lo parecía, se supone que no hablaba de Italia.

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