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Reportaje:La crisis del euro

¿Demasiado grande o demasiado corrupta?

Italia cerca la venta al descubierto para frenar los ataques especulativos

Silvio Berlusconi lleva dos días en silencio, mudo. Tras la inoportuna entrevista que puso al borde de la dimisión a su ministro de Economía, Giulio Tremonti, y el viernes negro en la Bolsa de Milán y los mercados de deuda, el primer ministro evitó comentar ayer y anteayer la penúltima mala noticia: la sentencia que condenó a Fininvest, su empresa madre, a indemnizar con 560 millones de euros a CIR, la compañía de su competidor histórico, Carlo de Benedetti.

Los jueces del Tribunal de Apelación de lo civil han dicho que Berlusconi fue responsable y primer beneficiario del soborno del juez Vittorio Metta, que decidió a favor de Fininvest el largo litigo conocido como Laudo Mondadori en 1991. La decisión certifica 20 años después que Berlusconi (quien se escapó de ser condenado penalmente en su día solo por la prescripción del delito) construyó su imperio editorial gracias a que compró a un juez.

Corrupción, evasión fiscal y deuda pública amenazan la economía italiana

Esta nueva losa para la credibilidad del primer ministro llega en el peor momento posible para Italia, cuando una tormenta perfecta, adobada con otros escándalos de corrupción, insultos entre ministros y una creciente fragilidad política, se cierne sobre el país.

Un portavoz oficial dijo ayer que Berlusconi estaba dedicado "a tareas de Gobierno ante la apertura, el lunes, de los mercados", y añadió que cualquier comentario sobre la multa podría tener "consecuencias económicas".

El temor al castigo de los mercados es palpable. Ayer, el regulador de la Bolsa, la CONSOB, decidió instaurar un mecanismo de estricto control sobre la llamada "venta al descubierto" para intentar evitar que en la reapertura de la Bolsa de Milán pueda repetirse la crítica sesión del pasado viernes. En un comunicado divulgado al término de una reunión extraordinaria, la CONSOB informó de que esta medida, que va en la línea de la que tienen algunos países europeos como Alemania, será efectiva ya a partir de hoy lunes y se prolongará en un principio hasta el 9 de septiembre.

"A partir de mañana los inversores que tengan posiciones bajistas relevantes sobre títulos de acciones negociados en los mercados reglamentados italianos son llamados a dar comunicación de ello a la CONSOB", indicó el regulador del mercado italiano.

La pregunta que se hacen cuantos ven con pánico la mezcla endemoniada de irresponsabilidad política y debilidad económica es si Italia es, en este momento, demasiado grande para caer o demasiado corrupta para sobrevivir. La respuesta, en un país que sigue siendo la séptima potencia mundial y el segundo exportador europeo, no parece tenerla clara ni siquiera la oposición.

Su líder, Pierluigi Bersani, recordó ayer que la sentencia del caso Mondadori es otra mala noticia para un país que, tras 20 años de berlusconismo y diez de Ejecutivos dirigidos por el magnate milanés, ha perdido casi toda su fiabilidad internacional y toda su capacidad de progreso: en la última década, solo Haití y Zimbabue crecieron menos que el Belpaese.

El dato definiría por sí solo un posible escenario "a la griega". Pero no es el único. La corrupción es, en esencia, la primera pata y razón de ser del sistema de poder instaurado por Berlusconi. La segunda, complementaria, es una evasión fiscal descabellada, tolerada y a veces incluso alentada: tres amnistías fiscales en nueve años, festejadas como regalos por las mafias. Berlusconi y Tremonti se odian hoy a conciencia, pero han gobernado juntos una década; los resultados son de ambos. Tremonti presume de ser el rey de la contención y el rigor, pero ha sido incapaz de meter mano a la tercera pata "griega" que asusta a Europa: una deuda pública que galopa por encima del 120% del PIB.

Berlusconi y Tremonti durante una sesión del Parlamento italiano, en septiembre.
Berlusconi y Tremonti durante una sesión del Parlamento italiano, en septiembre.ANDREAS SOLARO (AFP)

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