¿Quién me presta una marimba?
El Festival de Jazz de Getxo dedica en su actual edición un tercio del presupuesto a las infraestructuras y materiales necesarios para los conciertos
¿Dónde se puede conseguir una marimba? La empresa que habitualmente suministra los instrumentos de alquiler al Festival de Jazz de Getxo tuvo lista la marimba que el Dave Holland Quintet utilizó en el concierto de ayer. La firma Call&Play, desde su delegación de Eibar, suministró la marimba, los vibráfonos, contrabajos, baterías, timbales, teclados y los pianos, incluido un Yamaha de gran cola para el escenario principal, donde tocó la japonesa Aki Takase en la jornada inaugural y el cubano Chucho Valdés lo hará esta noche.
El festival alquila los instrumentos que requieren los músicos, cada vez más partidarios de viajar ligeros de equipaje en sus largas giras, el equipo de sonido que permite escuchar los conciertos, la carpa que los alberga y hasta 700 sillas. La partida más importante de los 320.000 euros de presupuesto se destina a la contratación de artistas, pero la logística y los materiales se llevan cerca de un tercio del total.
"Lo hacemos en la calle, pero como si fuera en una sala de conciertos"
"Los músicos no dan guerra. Nadie pide cosas extravagantes"
"Los alquileres de instrumentos, equipos técnicos de luz, sonido y grabación suponen el 10% del presupuesto y las infraestructuras se llevan otro 8%", explica el director del festival, Iñaki Saitua. "Junto a los gastos generales de producción y el personal auxiliar que es necesario contratar suma un tercio de presupuesto total", añade.
La plaza Biotz-Alai de Algorta está ocupada durante dos meses por una carpa blanca, que protege lo mismo a los participantes en la feria de artesanía que a los conciertos del festival de blues. Entre el 1 y el 5 de julio la carpa se convierte en la casa principal del jazz de Getxo. Bajo ese techo provisional se desarrollan los conciertos del concurso de grupos y las actuaciones de las estrellas del cartel. "Lo hacemos en la calle, pero como si fuera en una sala de conciertos", defienden los responsables de la organización. "Por la acústica no hay quejas ni del público ni de los profesionales", admite.
La remodelación de la plaza permitió instalar una estructura permanente sobre la que se coloca la carpa, especialmente diseñada para ese espacio, como un sombrero. Al igual que los instrumentos, los equipos y el mobiliario, es de alquiler. ¿Por qué no se invierte en una compra? "No está resuelta la logística. El almacenamiento es un problema. Y, además, no sirven para mucho tiempo porque la normativa de seguridad y protección civil cambia y es necesario comprar materiales nuevos. El alquiler facilita la renovación", explican.
Al frente de la infraestructura técnica del festival está Fernando Calvo. Se encarga, por ejemplo, de mover los cinco ó seis coches que Skoda, patrocinador del festival, les cede para trasladar a los músicos. Su jornada laboral durante el festival empieza muchos días a las cinco de la mañana. Acaba cuando los músicos quieran, a veces después del concierto o mucho más tarde tras escuchar las jam sessions que se organizan en un pub de Algorta. Hay que ajustar los horarios al máximo, con permiso de los retrasos de las compañías aéreas, en la apretada agenda de los profesionales del jazz. En verano viven una intensa temporada por toda Europa, que en ocasiones suma hasta 25 conciertos en un mes.
La organización reserva cerca de 200 habitaciones de hotel, en establecimientos de tres y cuatro estrellas, todos ubicados en Bilbao. No hay tiempos muertos. "No pueden ni atender a la prensa. El Guggenheim lo ven desde el puente de Deusto en los traslados al hotel. Es un guirigay, pero los músicos no dan guerra", recuerda. "Nadie pide cosas extravagantes. Puede haber peticiones especiales; sino pueden satisfacerse los músicos aceptan las alternativas que se les ofrecen". A veces hay que agudizar el ingenio. Un músico pidió el año pasado salmón a la plancha recién hecho para cenar; estaba a dieta por motivos de salud. Fueron al supermercado de Eroski, compraron el pescado y le pidieron a un amigo de un bar cercano que lo cocinara. El músico tuvo su cena al punto.
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