Trileros
Las estrategias políticas son tan repetitivas que agotan por hastío. El cambio de poder en Castilla-La Mancha al grito de que las arcas están vacías y no se podrán pagar nóminas recordó, con peores formas, a la amenaza de quiebra que formuló Convergència recién ganadas las elecciones en Catalunya. Un dramatismo oportuno que despeja el camino para cuando llegue la primavera de El ReCorte Inglés. Naomi Klein lo definió como doctrina del shock, ahora ilustrado por Winterbottom con aire de thriller. Amenazar con el fin del mundo para hacer tragar la pastilla curativa, consistente en quitarle el dinero al pobre para tranquilizar al rico. El cuento de Robin Hood reescrito por el Hombre del Saco.
Los números de Bildu tras el recuento electoral han sido analizados desde muchas perspectivas. Se ha impuesto la más tétrica. Todo es una trampa del filoterrorismo para tocar poder. La angélica interpretación de que tras ese voto hay un mensaje a favor del abandono de las armas, de tomar el camino de las concejalías y no proseguir por el del asesinato, ha quedado enmudecida. El histerismo mediático consiste en asegurar que todo lo que va mal solo puede ir a peor.
La elecciones obligan a contar los votos también de quien no te gusta. El triunfo de elementos corruptos o el continuo crecimiento de propuestas racistas se acepta como fatalidad. La xenofobia es un tabú que beneficia a quien lo agita. El líder de los populares de Badalona usó un lema electoral tan manido como eficaz: "Muchos lo piensan; yo lo digo". Dice lo mismo que desde Alcalá de Henares a Vic exigen otros: los españoles primero. El anuncio de la Plataforma per Catalunya presentaba a unas minifalderas talluditas saltando a la comba mientras cantan La font del gat, hasta que un letrero anunciaba el año 2015 y esas chavalas aparecían con burka y saltando al grito de Alá es grande. Como ven, el discurso tiene la complejidad de un picaporte, pero ante el terror, la gente abandona trajes sofisticados y se pone armadura por ropa interior.
Thriller es la película de miedo, de ahí se deriva el trilero, que es quien te fuerza a mirar para un lado mientras da el cambiazo por el otro. Suena la música del despiste.
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