Buen les espera a (casi) todos
El último ganador de las elecciones forales en Guipúzcoa sabe que el PNV le necesita para los asuntos estratégicos - El poder municipal, la garantía del PSE
En la política guipuzcoana, Miguel Buen (PSE-EE) tiene el olfato de la sabiduría popular. Quizá a esa virtud acuñada en décadas de servicio a la causa socialista durante la dictadura del plomo pueda atribuirse el mérito de su victoria en las elecciones forales de 2007, e incluso su incierto pronóstico para el domingo de que "todos estamos en un pañuelo y para gobernar, ya veremos".
Camino del 22-M, la abstención quita el sueño al candidato socialista, que sigue dando vueltas al elevado granero de indecisos que reflejan las encuestas. Buen sabe que ahí puede estar la clave de su destino. Desde luego, le importa ahora mucho más que la competencia que supone PNV y Bildu. Y es que su guerra no está en el caladero nacionalista, sino en contener el grado de malestar que provoca la crisis. Incluso, para hacer cálculos, ni siquiera el sistema electoral es una referencia válida en este territorio donde la candidatura con más votos es posible que acabe con menos escaños. "Las circunscripciones lo alteran todo", admite Buen.
Pero el auténtico partido en Guipúzcoa se jugará a partir del próximo lunes. En ausencia asegurada de mayoría absoluta, el reto estriba en determinar cuál será la fórmula de gobierno a seguir. Es aquí donde Miguel Buen se siente más seguro. En el complicado escenario de que vuelva a ganar como en 2007, tiene claro que "volverá a ofrecer un pacto para gobernar con quien quiera sacar adelante a Guipúzcoa". En el supuesto de que pierda, presume que "el PNV no puede ir adelante con Bildu en temas como el puerto, la incineradora o la intermodal". Entonces, Buen se sentará a esperar la llamada de casi todos, excepción hecha de Bildu, cuyo perfil bajo le está sorprendiendo en esta campaña y para cuya "clientela", añade, augura tiempos de inestabilidad "porque no están acostumbrados a portarse así y la unión con EA y Alternatiba será humo de paja".
El veterano socialista acudirá al encuentro con el PNV sin desprenderse de la desconfianza que acumula desde hace cuatro años. En su memoria sigue latente cómo "les llegamos a ofrecer compartir el gobierno y repartirnos el mandato dos años cada uno, nos dijeron que no y luego prácticamente fueron a comprar el apoyo de EA para quedarse con la Diputación". Además, Buen no acaba de creerse el mensaje de "cauce central" en el que insiste Urkullu. Para él, en Guipúzcoa, el PNV sigue instalado en el soberanismo "y así es imposible el acuerdo".
Antes de imaginarse esa inevitable reunión con el PNV, el candidato socialista prefiere centrarse en la pelea por el voto. En el empeño recurre "al valor que aportan los alcaldes que tenemos" y que, según sus datos, "nos dieron la victoria" en 2007 ante un PNV que pagó los desmanes de la Hacienda foral. Quizá por eso, Buen vuelve a repetir el guiño: "Los alcaldes son nuestra fuerza". Y tiene varios.
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