Topolanek y la falometría
La interpretación más benévola acerca de los análisis falométricos realizados a homosexuales en 2008 y 2009 es que la República Checa fue víctima de un mal entendido patriotismo. Estos análisis los inventó un checo llamado Kurt Freund en los años cincuenta para descubrir y descartar a los homosexuales en el Ejército; también para llevarles por la "buena vía" y, en ocasiones, para analizar el comportamiento sexual de los pederastas. Hace tres años, el Gobierno checo decidió recuperar tales tests (carentes de rigor científico, además de inmorales) para verificar que los peticionarios de asilo en razón de su orientación sexual eran realmente homosexuales. Les proyectaban películas pornográficas heterosexuales y les medían la erección con un instrumento especial. Parece broma. Pero no lo es. El Gobierno checo ha admitido haberlo hecho en una decena de sujetos (con consentimiento previo) y hay una denuncia de una de las víctimas, que huyó a Alemania. La Comisión Europea exige explicaciones porque, en efecto, se echan muchas en falta.
Una de ellas, la principal, es la razón por la cual un país que suscribe los Derechos Fundamentales de la UE y ha autorizado las uniones homosexuales se ha lanzado a una prueba tan humillante contra personas que son perseguidas en 80 países; algunos de los cuales, como Irán, Sudán, Mauritania, Arabia Saudí o Yemen, imponen incluso la pena de muerte. ¿No hay otro sistema para comprobar que son perseguidos? Pero hay otras razones menos trascendentales que también deberían explicar las autoridades checas. Por ejemplo: ¿cómo miden la homosexualidad de las mujeres?
Hay un último extremo, sin embargo, que podría explicarse por sí solo a la luz de este escándalo desvelado. El primer ministro checo durante aquel tiempo ominoso era Mirek Topolanek, el mismo que aparecía desnudo (y erecto, aparentemente) en la Villa Certosa de Berlusconi rodeado de velinas. Aquellas fotos no le supusieron coste político. Acababa de dejar el cargo. En lo personal, el sexólogo y físico Freund, incluso sin instrumento especial, extraería consecuencias. El resto del mundo, también.
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