El espíritu del mercado de San Miguel, en Chueca
Los puestos de San Antón reabren tras las obras con vocación sibarita
"Ahí tienen que dar algo bueno. Mira qué cola se ha formado", le decía una señora a su amiga mientras le daba golpecitos con el codo para que se situara frente al puesto en cuestión. Ayer fue día de estreno para el mercado de San Antón, en el corazón de Chueca. Tras cuatro años de obras y varios retrasos en la inauguración, los vecinos pudieron cotillear y degustar lo que los comerciantes les ofrecían en las tres plantas del edificio y, en muchos casos, salir con la compra hecha. Al menos, parte de ella.
El nuevo mercado se parece poco al viejo. En estética y en precios. Ahora tiene solo 12 puestos de productos frescos en la planta principal -carnicería, frutería, pescadería, panadería...-, mientras el resto lo ocupan puestos de comida preparada, un restaurante con terraza y un supermercado que ya llevaba varios meses abierto. La particularidad del restaurante, La Cocina de San Antón, es que ofrece la posibilidad de cocinar alimentos comprados en el propio mercado. Se paga un suplemento de cuatro euros y se puede consumir allí mismo, en una de sus mesas interiores o en la terraza, que por la noche abre hasta más tarde y ofrece cócteles. Al restaurante se puede acceder directamente desde el exterior, lo que permite que abra fuera del horario comercial.
El nuevo mercado, que recuerda al de San Miguel, "persigue aunar tradición y modernidad", aseguró ayer el Ayuntamiento. No se trata solo de comprar. También se puede aprender. En la segunda planta hay una sala de exposiciones que se usará para actividades como cursos, talleres o catas gastronómicas. Las obras han costado casi 15 millones de euros, de los que el Ayuntamiento ha aportado el 30% (el resto lo han puesto los comerciantes del mercado, la Comunidad de Madrid y la Cámara de Comercio e Industria).
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