"Berlusconi no es ni un bufón, es deprimente"
El dramaturgo Romeo Castellucci (Cesena, Italia, 1960), cuyos trabajos se caracterizan por tener un lenguaje propio basado en imágenes y una gran plasticidad, está en Madrid por unos días dentro del Festival de Otoño. En este caso convierte al espectador en protagonista, es él quien es mirado y observado en On the Concept of the face, regarding the son of God, (Sobre el concepto de rostro: mirando al hijo de Dios) la obra que estrenó el jueves en las naves de Matadero, en cartel hasta hoy. Castellucci, intenso, responde a casi todas las preguntas con los ojos cerrados, reconcentrado.
Pregunta. La última vez nos llevó hasta el Paraíso de Dante, después de hacernos pasar por el Infierno y el Purgatorio... ¿Qué es esto de On the concept...?
La obra nació de un pensamiento al ver el cuadro 'Cristo Salvator Mundi'
"El teatro nos sitúa en otra dimensión, podría ser otra forma de resistencia"
Respuesta. Nació de una sugestión, de un pensamiento, de una idea del concepto de rostro. Fue viendo una pintura, Cristo Salvator Mundi, de Antonello de Messina, un trabajo minimalista, muy extraño para mi propia experiencia, está basado en unos registros que habitualmente no utilizo.
P. ¿A qué se refiere?
R. A que en esta obra hay personajes, papeles y diálogo, aunque confuso. Puede ser entendida como una obra existencial. Pero la idea de que esté siempre el retrato de Jesús al fondo cambia la relación de espectador y espectáculo. El aspecto existencial, si es que existe, pertenece más al público que a los actores. Es la existencia del público, realmente, el tema de la obra. Los personajes son solo el reflejo oscuro de esa existencia. La mirada de Jesús genera una relación muy íntima con el espectador, como si estuviera solo. Hay un cierto voyerismo.
P. Pero ¿y los personajes?
R. Es una escena cotidiana de un padre anciano y su hijo. El hombre mayor tiene incontinencia y no controla las heces.
P. ¿Y por qué ese título?
R. Se debe a la idea por la que empezó todo: la cara de Jesús. Me hizo pensar qué podía ocurrir frente a ella, en la naturaleza humana de Jesús y de Dios y busqué una escena que evidenciara el aspecto más bajo, las heces, la mierda. No es una provocación. Lo trato con extremada delicadeza y honestidad. Es algo verdadero. Algo que nos pertenece a todos. Es el concepto de dolor y de algo que se vacía. La mierda es un pretexto para hablar de un cuerpo que se desprende de su humanidad. Es una historia de amor entre un padre y un hijo.
P. ¿Diría que está habiendo un resurgir del teatro?
R. En Italia está funcionando. El teatro nos sitúa en otra dimensión, otras leyes, otro tiempo y espacio. Podría ser una forma de resistencia, aunque en Italia no esté apoyado por las instituciones.
P. ¿Diría que Berlusconi podría ser un buen personaje teatral o más bien un bufón?
R. Es deprimente. No es ni un bufón, que tiene dignidad. No me salen las palabras. Su cara, cuando habla, es agotador, cansino.
P. ¿Qué es lo último en el teatro que le haya impactado?
R. Paradójicamente no voy mucho al teatro. Pero soy muy fan del director norteamericano Richard Maxwell. Trabaja con las palabras, quizá por eso me gusta.
P. ¿Qué iría a ver del Festival de Otoño en Primavera?
R. La que dirige Israel Galván (La curva) o la que protagoniza Angélica Liddell (Maldito sea el hombre que confía en el hombre...).
P. ¿Qué imagen le obsesiona de cara al próximo proyecto?
R. No es una imagen, es un poema de un autor japonés de principios del siglo XX, Kenyi Miyazawa, en el que entiende al ser humano como una corriente alterna de luz azul. Será una obra completamente japonesa que haré en Tokio.
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