Una noche al raso
Miles de vecinos pasan la madrugada en la calle ante el temor de nuevas réplicas - "Ha sido terrible, estaba en casa y todo ha empezado a moverse"
Miles de vecinos de Lorca se echaron a la calle a las cinco de la tarde, presa del pánico por el terremoto que acababan de sufrir, y desde entonces no han vuelto a sus casas. Lorca fue, durante toda la noche y la madrugada, una ciudad al raso, con un constante ir y venir de sus vecinos por las calles en busca de descampados, ante la posibilidad de nuevas réplicas. Todos caminaban con el rostro compungido, y cargados con mantas y sillas. Con el gesto y la mirada perdida, conscientes de la magnitud del desastre que había provocado el seísmo. El terremoto, según el último recuento provisional oficial, se ha cobrado la vida de ocho personas, entre ellas un menor. A este dato hay que añadir 113 heridos, la mayoría leves, como consecuencia de los cascotes de los desprendimientos, que les sorprendieron cuando caminaban por la calle.
Los servicios de emergencia instalaron tiendas en los parques
Muchos de los refugiados en los campamentos son inmigrantes
"Vamos a coger el coche para irnos al campo", señala una familia
"He visto escenas de nerviosismo pero ha vuelto la calma", relata un médico
La mayoría de los vecinos esperaron el montaje de las tiendas de campaña que habilitaron los equipos de rescate en los parques públicos de la ciudad, recintos deportivos y colegios. El grueso de estos campamentos provisionales iba a ser instalado en la zona conocida como el Huerto de la Rueda. Allí, según fuentes oficiales, se levantará tiendas de campaña para acoger a unas 10.000 personas. También en esa zona se instaló el mando oficial, para seguir las labores de rescate y de auxilio a los afectados. Estas tiendas de campaña fueron ocupadas, primordialmente, por los inmigrantes (Lorca cuenta con una importante colonia de extranjeros, en su mayoría magrebíes y sudamericanos). Estos colectivos no tenían la alternativa de las casas de campo o de familias en poblaciones contiguas, para poder pasar la noche como la población autóctona. Este era el caso de Carmen, una ecuatoriana de 39 años, que con su hija de cuatro y un bebé esperaba en la cera de la avenida Europa la instalación de tiendas de campaña. "Nos han dicho que aquí montarán tiendas para que podamos pasar la noche", comentaba: "Ha sido terrible. Estaba en casa y de repente todo empezó a moverse y a agrietarse las paredes".
Junto a Carmen se encontraba el joven matrimonio formado por Juan Antonio y María, que junto a su hija de cinco años y un bebé. Esperaban a sus familiares para irse a pasar la noche a la vecina localidad de Mula. "Nos vamos a Mula con mi madre. Nos han dicho que no podemos volver al piso y además tampoco nos dejan sacar el coche del garaje", decía Juan Antonio. "Ha sido una experiencia dantesca. De repente empezaron a moverse los muebles y a romperse las paredes. A duras penas pudimos bajar a la calle por la escalera, que también empezaba a resquebrajarse", añadía su esposa, María.
A Diego, de 33 años, el terremoto le sorprendió mientras visitaba en el hospital Virgen del Alcázar a su tío. "Ha sido dramático. En unos segundos comenzaron a caerse los techos de escayola de las habitaciones. No nos lo pensamos dos veces y empezamos a sacar a la calle a los enfermos más graves. Creo que a mi tío se lo han llevado al hospital de Cartagena", decía mientras esperaba también a un familiar para trasladarse a su lugar de residencia, en Totana.
En otro parque de la ciudad se encontraba la familia de Joaquín Román (54 años). "No nos dejan ni sacar el coche del garaje, ni tampoco volver a las casas; estamos aquí a la espera de que alguien nos diga dónde podemos ir, y además que nos proporcionen un medio para poder desplazar a mis hermanas mayores", añadió. "Ha sido impresionante. Iba caminando por la avenida Juan Carlos I, cuando comenzaron a caer cascotes de todos los edificios, y la gente se desplomaba o caía a tierra como muñecos".
Las casas de campo -Lorca cuenta con múltiples pedanías, no en vano es uno de los términos municipales más extensos de España- fue otra de las alternativas de los vecinos de Lorca para pasar la noche. "Vamos a coger el coche y nos vamos al campo con un amigo", comentó la joven pareja formada por Ricardo y Elena. "El terremoto me ha pillado trabajando en el supermercado. Ha sido muy fuerte. De repente todas las estanterías se han venido abajo", decía Elena.
Otra alternativa era pasar la noche en casa de amigos que no habían resultado afectadas. "Voy a ver a una amiga, y si está en casa me quedo con ella, y si no ya veremos qué hacemos. No nos han dicho nada ni nos han informado", comentó una señora que caminaba por la calle junto a su hermana.
"Somos gente solidaria, y seguro que saldremos adelante. He visto escenas de nerviosismo, de excitación, pero al momento ha vuelto la calma", aseveraba Juan José Gomáriz, un médico de familia que trabaja habitualmente en un centro de salud de la población, y a quien el terremoto le sorprendió corriendo. "No me lo he pensado ni un minuto. Sin quitarme las zapatillas de deporte me he venido aquí [un hospital de campaña de la Cruz Roja, levantado en el ensanche de la ciudad]". "Me han comentado que el Centro de Salud donde trabajo está prácticamente destruido, pero no importa, lo rehabilitaremos y saldremos adelante", insistía.
Caminar anoche por Lorca semejaba en algunos momentos hacerlo por un solar. A cada metro había que sortear los escombros acumulados en las aceras. Los edificios, sobre todo los bajos, estaban prácticamente reventados. Los daños en las edificaciones eran más evidentes en la zona de Las Viñas, en el sureste del casco urbano, donde el terremoto se cebó con mayor crudeza. Aquí eran visibles algunos edificios desplomados. También sufrieron importantes daños las edificaciones del casco antiguo de la ciudad. De los efectos del terremoto no se libró ni la estación de ferrocarril, cuya fachada quedó prácticamente derruida. También sufrieron serios desperfectos los dos hospitales de la ciudad, los colegios públicos, las residencias y las iglesias.
Un portavoz oficial del operativo de rescate señaló que era imposible hacer un censo aproximado del total de edificaciones afectadas por el terremoto. "Los daños materiales son muy importantes, pero nuestro primer objetivo son las personas", dijo. "La prioridad ha sido repartir mantas y alimentos a toda la población. Más adelante evaluaremos los daños", añadió. Este portavoz indicó que se había puesto a disposición de la población todos los espacios públicos de la localidad: recintos deportivos, campos de fútbol, patios de colegios, así como la gran zona de acampada en el Recinto Ferial, ubicada en los aledaños del Huerto de la Rueda.
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