Metrópolis y barrios
Desde todas las posiciones está claro que el urbanismo barcelonés necesita una renovación de ideas y horizontes. La clave es cómo articularla sin retroceder. De entre las múltiples propuestas que se barajan estos días señalo tres cambios de escala, intensidad y sensibilidad: el encaje metropolitano, completar la Barcelona social y creativa, y rehacer los barrios.
Hablar del encaje metropolitano significa afrontar decididamente, con la coordinación de distintas administraciones, sistemas sostenibles de movilidad en las redes de cercanías, con park and rides y otros mecanismos para que la afluencia de vehículos privados a Barcelona sea mucho menor. Significa reconocer que hoy la entidad urbana esencial es una estructura metropolitana que sobrepasa el término municipal de la Barcelona representativa; una gran área urbana que se debe pensar como tal, reequilibrándola y reequipándola, reforzando las características de cada municipio y las comunicaciones entre ellos, y enriqueciendo los sistemas ecológicos de los que forman parte. Significa repartir igualitariamente servidumbres y equipamientos entre la capital y su área, en todas las direcciones: más allá del Besòs, del Llobregat y del parque de Collserola, pieza clave en la conceptualización del encaje metropolitano. Y no significa lo que está proponiendo el candidato Xavier Trias, que sigue el tiralíneas de los intereses inmobiliarios y los criterios financieros, de potenciar preferentemente el eje estratégico entre el aeropuerto y la ciudad. Por mucho que se vista de alta tecnología y sostenibilidad, la propuesta urbana de CiU es la del urbanismo neoliberal aplicado ya en Valencia.
No es el momento de grandes obras, sino de intervenciones menos visibles que refuercen la cohesión urbana y social
Barcelona no puede dar pasos atrás en lo que ha conseguido, aunque sea parcialmente, de ser un lugar de inclusión social y de promoción de la cultura. Por ello se han de reforzar los programas de bienestar social en esta época de crisis, con ayuda a los alquileres para jóvenes, asistencia a las personas mayores y atención a los sectores excluidos. Y se deben concluir proyectos como el de las "fábricas de creación", una propuesta con la que, in extremis, se salvan algunas piezas del patrimonio industrial y obrero.
Reforzar los barrios comporta llevar adelante una auténtica política pública de rehabilitación, tímidamente iniciada con las ayudas a la reforma de estructuras y a la instalación de ascensores. Ahora se trata de crear agencias de rehabilitación y reorganizar los barrios por áreas de mantenimiento, creando nuevos lugares de trabajo y potenciando relaciones e intercambios.
En los barrios se ha avanzado con unos planes de usos, que se han de seguir reforzando a favor de sus habitantes. No se puede ceder a la presión de desregularizar para que vuelvan hoteles y negocios abusivos, dando más poder del que ya tienen los intereses privados por encima de los colectivos. Más calles peatonales y más pequeños comercios, aportando equipamientos de proximidad y planteando planes del uso del tiempo; todo ello ayudará a reforzar en cada barrio sus características y sus posibilidades de autoorganización en grupos creativos y sensibles al medio ambiente. En este sentido, el nuevo Ayuntamiento se va a encontrar, el primer día de mandato, con el reto del problema endémico de la Bordeta, que lleva décadas esperando soluciones de una Administración incapaz de sacar partido de un antiguo recinto industrial infrautilizado, Can Batlló, que hoy mismo podría funcionar con equipamientos y viveros de empresas de artesanía y reciclaje.
No es el momento de grandes obras y sí lo es de intervenciones que, aunque se vean menos, ya que se refieren a la escala de la vida cotidiana, refuercen la cohesión urbana y social. Ni juegos de invierno ni multinacionales salvadoras. A nuestra área metropolitana, una de las más activas y creativas del mundo, con los mejores valores culturales y humanos, lo que le hace falta es reequilibrarla y sacar el máximo partido de lo existente. El reto futuro se enmarca en el encaje territorial contemporáneo, la lúcida intensificación de lo hecho y unos barrios como laboratorios de convivencia y alternativas.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC.
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