Entre la esperanza, el miedo y la bronca
El Gobierno y los nacionalistas creen que el final de ETA está más cerca con Bildu - La dirección del PP recela y su ala derecha desabrocha los ataques a Zapatero
Once magistrados del Tribunal Constitucional han tomado, de nuevo, una decisión trascendental para el devenir de España, del futuro de Euskadi y de estas próximas elecciones municipales y autonómicas del 22-M. Tras muchas presiones externas, tanto de los sectores nacionalistas y socialistas proclives a dejar concurrir a las elecciones a la coalición Bildu, como de los más conservadores para tumbar la nueva marca de Batasuna, los miembros del Constitucional tomaron una decisión y mandaron un mensaje. Su eco rebotó ayer por toda España y provocó esperanza, temor y otra bronca política.
El Gobierno se mantuvo en su papel institucional. El vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aguantó el tirón de las preguntas más impertinentes, las que insinuaban como mínimo una connivencia con el tribunal en esta histórica sentencia, y reiteró el argumentario que puede contar en público. Es decir, el Gobierno respeta y acata al Tribunal Supremo, que decidió que Bildu no debía seguir siendo legal, aunque estuviera formada por dos partidos legales como Eusko Alkartasuna y Alternatiba, con 59 alcaldías en su poder en Euskadi y Navarra desde 2007. Pero también acata y respeta ahora lo que fija el más alto tribunal de España. Es decir, asume la función de la justicia. Incluso aunque esos órganos claves muestren una división teóricamente técnica sobre este debate.
Muchos miembros del Ejecutivo están satisfechos con la decisión del tribunal
Zapatero reprocha a Rajoy el uso de la lucha antiterrorista con fines electorales
Sucedió en el Supremo, cuyo debate se resolvió contra Bildu por el voto de nueve magistrados, frente a seis y uno que navegó por el medio. Y ha vuelto a ocurrir en el Constitucional, con un reparto de seis permisivos con Bildu y cinco contrarios. Habrá que conocer el fallo de la sentencia al detalle, pero ayer llegaron avances llamativos: la mayoría de los magistrados del Constitucional entienden que los documentos aportados como pruebas irrefutables por la policía y la Guardia Civil contra Bildu acreditan la estrategia de ETA-Batasuna para disponer de un foro soberanista legal, pero no que Bildu sea su instrumento. Hay una conclusión más grave. El tribunal sostiene que la simple sospecha de que esa unión de objetivos pueda existir no es suficiente para excluir a un partido ya legal de unas elecciones democráticas.
El Gobierno y el PP han hablado mucho estas semanas sobre lo que podía ocurrir, primero con Sortu y ahora con Bildu. Han negociado y pactado. Y es muy evidente, aunque no público, que muchos miembros del Ejecutivo socialista están satisfechos con esta solución. Como lo están en el Gobierno del lehendakari socialista, Patxi López, que exigió a Bildu que dé otro paso y consiga la desaparición de ETA. Y en el PNV, cuyo líder, Íñigo Urkullu, habló la noche anterior con Zapatero.
Lo que están en el Gobierno y el PSOE es preocupados con el PP, con Mariano Rajoy y con su falta de liderazgo también en este complicado asunto. No es fácil para él, ni tampoco para su actual líder vasco, Antonio Basagoiti, que mantiene su sensatez y tiene que lidiar con antiguas inercias y voces que quieren resucitar la esquizofrenia de la negociación oculta entre el Gobierno y ETA. Ayer revivieron ese discurso Jaime Mayor Oreja, Esperanza Aguirre, Rita Barberá, el ala dura, con sus conexiones mediáticas. Con varias razones detrás y no menores.
En la política, Rajoy debe cobijar en el PP al sector ultra de la sociedad, que en España no tiene partido. Pero, pragmático, sabe que ese camino le conduce de nuevo a su perdición electoral. Eso sí, deja hacer, como ayer subrayó en su retorno a las raíces el presidente saliente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que le reprochó su aprovechamiento, siempre en campaña, de la lucha antiterrorista.
En la personal, en el PP vasco se vuelve a vivir con temor a lo que pueda pasar tras el 22-M. Temen que los sucesores de Batasuna fagoticen tras la cita con las urnas a EA y Alternatiba, se queden el poder municipal y les vuelvan a hacer "la vida imposible".
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