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La 'planta joven' del Pompidou

El museo parisiense reordena su colección de arte contemporáneo

Con un fondo de más de 65.000 obras, uno de los más importantes del mundo en arte moderno, el Centro Pompidou dispone de muchos tesoros escondidos. Los saca a la luz de forma intermitente aprovechando tanto la rotación de su colección permanente como los préstamos a exposiciones del mundo entero. Desde hace casi un año, además, alimenta un espectacular museo en la ciudad de Metz. ¡Y sigue disponiendo de piezas inéditas! Algunas se pueden ver ahora en el nuevo espacio de la cuarta planta dedicado al arte desde 1960 hasta nuestros días.

La voluntad de ruptura de esta nueva propuesta museográfica queda fijada desde el comienzo, con una obra gigante del artista nigeriano El Anatsui, una de las revelaciones de la Bienal de Venecia de 2007: su Sasa (abrigo) (2004) imita una inmensa capa realizada con chapas recicladas. Se desprende de la pared y su colorido recuerda un cuadro de Klimt. Se trata de toda una declaración de intenciones. "Es una forma de decir que somos conscientes del fenómeno de la globalización y que en el futuro hay que buscar más entre los artistas no occidentales", relata Michel Gauthier, conservador de las colecciones contemporáneas del museo. "Además, esta obra concreta, hecha con chapas de botellas de alcohol importadas, es un cuestionamiento de la relación entre Occidente y África".

El nigeriano El Anatsui abre una muestra consciente de la globalización

Entre las nuevas adquisiciones destaca el Rearrangeable Panel (1957-1959), de Allan Kaprow, que los comisarios presentan como un enlace entre el expresionismo abstracto y el happening; el cuadro psicodélico sin título de André Cadere o Plastiche Rede (1983) de Franz Erhard Walther, uno de los padres de la interactividad. Desgraciadamente, la masiva afluencia de público impide esa relación entre la obra -que no se puede tocar- y el observador.

En algunos casos, no solo las obras están de estreno. También debutan artistas que ingresan ahora en el panteón Pompidou. Es el caso por ejemplo de la guirnalda luminosa del estadounidense de origen cubano Félix González-Torres. "Estoy muy contento con esta compra porque no teníamos nada suyo", explica Gauthier. "Es complicado porque hay que detectar al artista antes de que sea demasiado caro en el mercado", dice. El museo, por ejemplo, no dispone de ninguna pieza de Jeff Koons o de Richard Prince. "En casos como estos solo podemos esperar alguna donación".

La nueva disposición es también la ocasión de volver a sacar obras impresionantes que llevaban tiempo sin ser expuestas como Le Jardin d'Hiver (1968- 1970), de Pierre Dubuffet, que aparenta una misteriosa cueva en la que se sumerge el visitante, o el colorido salón ideado por Yaacom Agam en los años setenta para Georges Pompidou cuando este se encontraba en el Elíseo.

El recorrido, que se detiene también en clásicos como Andy Warhol, Martin Kippenberger o Jeff Wall, dedica salas enteras a la arquitectura, el diseño y el multimedia y culmina con una gigante seta alucinógena, Giant Triple Mushroom (2010), del alemán Carsten Höller. Para Jonas Storsve, principal comisario de la muestra, "es una forma de decir que el arte tiene una parte de sueño".

Arriba, instalación de Agam (1972-1974) para las habitaciones privadas de Georges Pompidou en el palacio del Elíseo. A la izquierda, obra sin título de Martin Kippenberger (1992).
Arriba, instalación de Agam (1972-1974) para las habitaciones privadas de Georges Pompidou en el palacio del Elíseo. A la izquierda, obra sin título de Martin Kippenberger (1992).
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