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La muerte de Bin Laden | Golpe al terrorismo internacional

"Enterrado en el mar según la tradición islámica"

Washington evita que una tumba del jefe de la red en tierra firme pueda convertirse en un santuario integrista

Yolanda Monge

Una vez concluida la misión de caza y captura de Osama bin Laden, vivo o muerto -finalmente fue muerto-, la Administración de Barack Obama tenía que resolver una difícil cuestión: ¿qué hacer con el cadáver del líder de Al Qaeda?

Que Bin Laden cayera abatido por las balas de las fuerzas especiales de la Armada solucionó el largo debate -de casi 10 años- de qué hubiera pasado de haber sido capturado con vida. Un juicio le hubiera regalado una privilegiada plataforma para publicitar su mensaje de terrorismo y muerte a Occidente. Condenarle a cadena perpetua hubiera reforzado su imagen de líder que pelea por una causa que los islamistas radicales consideran justa.

Bin Laden estaba muerto, dijo Obama. Todos los anteriores escenarios quedaban descartados. Pero dónde y cómo se daba sepultura al hombre más odiado de Estados Unidos no era una cuestión menor. Las autoridades decidieron deshacerse, solo 12 horas después de anunciar su fallecimiento, de tan polémico cadáver. El espacio de tiempo era perfecto, ya que se cumplía con uno de los requisitos que exige la tradición musulmana: enterrar el cuerpo en menos de 24 horas.

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Desde su mansión en Abbottabad, al norte de Islamabad (Pakistán), el cuerpo sin vida de Bin Laden fue trasladado en helicóptero a la base militar de Bagram, a las afueras de Kabul (Afganistán). Desde allí, el cuerpo fue transportado a bordo del portaviones Carl Vinson.

"Osama bin Laden ha sido enterrado en el mar respetando las tradiciones islámicas", dijo el consejero para la lucha antiterrorista de la Casa Blanca, John Brennan, que no añadió más detalles. Para seguir la tradición islámica, quienes prepararon el cadáver deberían haberlo lavado tres veces -algo de lo que debe encargarse un miembro de la familia si es posible-; se deberían haber pronunciado una serie de plegarias y ser enterrado antes de que transcurrieran dos puestas de sol. Esta última condición se cumplió sin lugar a dudas. Cubierto con una sábana blanca y enfundado en una bolsa de plástico, el cuerpo de Osama bin Laden fue colocado sobre una tabla, que se elevó por encima de la borda y se inclinó para que el cuerpo se deslizara hacia el mar.

Bin Laden descansa muerto ahora en un lugar tan secreto del mar Arábigo como lo fueron sus escondites en vida en los últimos 10 años. ¿Por qué el difunto no fue entregado a su Arabia Saudí natal? Informaciones sin confirmar hablan de que las autoridades norteamericanas pidieron a Arabia Saudí que se hiciera cargo del cadáver, pero que el régimen de los Saud se negó a ello.

Ningún país parecía dispuesto a aceptar los restos mortales del terrorista más buscado del planeta por las consecuencias que pudiera traer y por el temor a la consagración de un lugar de culto y peregrinaje del terror. Pakistán también rechazó albergar los restos mortales de Bin Laden. Afganistán no era una opción... Solo quedaba el agua.

Sin duda, EE UU ha limado muchos de los problemas que hubieran supuesto enterrar al líder de la red terrorista Al Qaeda. Pero la sepultura que se le ha dado en alta mar no agrada ni convence a los más radicales, que lo consideran una provocación que deberá ser vengada.

Para los teóricos de las conspiraciones que puedan alegar que Bin Laden sigue vivo y todo es producto de las maquinaciones de la CIA, diferentes cadenas de televisión informaban ayer de que la identidad de Osama Bin Laden quedaba confirmada tras habérsele practicado pruebas de ADN.

Una transeúnte fotografía las portadas del día expuestas en el Newseum, el museo del periodismo de Washington.
Una transeúnte fotografía las portadas del día expuestas en el Newseum, el museo del periodismo de Washington.MARK WILSON (AFP)

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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