Las dos Italias
Silvio Berlusconi hace aprobar una ley que abrevia la prescripción de algunos delitos
¿Qué va a hacer Italia con Silvio Berlusconi? En una reciente reunión de corresponsales de prensa italianos -fuertemente crítica- en París, todos coincidían en una cosa: el primer ministro no irá a la cárcel, pese a que tiene cuatro procesos en curso. Medio país está escandalizado por sus saraos nocturnos, poblados de jovencitas, y una vida escasamente convencional para un líder político. Según las revelaciones de Wikileaks, la Embajada norteamericana le describe como "incapaz, vano, fatigado por sus fiestas y noches locas". Pero sería un error creer por ello que ha perdido todo su tirón popular. Esta es una historia de dos Italias.
El pasado día 13, el Parlamento aprobó una ley que recorta el tiempo de prescripción de los delitos penados con menos de 10 años de cárcel para aquellos que nunca hayan sido condenados. Así, el caso Mills, por el que se le juzga bajo la acusación de haber sobornado al abogado británico David Mills, que debía prescribir en otoño, lo hará en mayo sin que el procedimiento pueda llegar a su fin.
Pero eso tampoco era ninguna novedad. Berlusconi ha hecho aprobar 29 leyes y laudos de inmunidad con los que ha evitado o se ha librado de 28 procesos. Y el daño colateral de esa ley -que ratificará con seguridad el Senado- consiste en que miles de casos quedarán archivados, y otros tantos delincuentes y víctimas se quedarán sin castigo o reparación.
El primer ministro se ha presentado cinco veces ante el electorado, ganando en tres ocasiones. Nunca ha tenido una mayoría absoluta por lo que ha precisado siempre el apoyo de partidos como el grupo de Giancarlo Fini, que le abandonó en diciembre pasado, o la regionalista Liga Norte, con la que las relaciones han sido habitualmente agitadas. Media Italia ha visto en el empresario un saludable cambio sobre la política politicastra de la I República, pero la otra media, incluso mucho antes de que el líder diera motivos de que se le acusara de promover la prostitución en sus escarceos nocturnos, abominaba ya del estilo Berlusconi.
El proyecto de fondo del líder derechista es destruir la imagen pública de la justicia, de unos magistrados a los que llama el cáncer de la República, presuntamente aconchabados para destruirle. Y para ello pone por encima de cualquier judicatura al poder parlamentario; por lo menos, mientras lo tenga. Y eso no se sabrá hasta las próximas elecciones.
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