El portero que nunca bajó los brazos
Pinto, de 35 años, se ha ganado la titularidad y la confianza de todos por su incansable trabajo
El hecho de que Pinto sea portero debe de tener mucho que ver con lo que un día dijo Zubizarreta: "Los porteros siempre están al servicio del equipo". El hecho de que hoy juegue su segunda final de Copa con el Barcelona tiene mucho que ver con Esnaola, el vasco que logró el título copero con el Betis en 1977. "Era mi ídolo y cuando llegué al Betis, con 17 años, me dio la confianza que necesitaba. Me dijo: 'Creo en ti, tienes cualidades para ser un portero grande". Y le aconsejó: "Trabaja". Pinto obró en consecuencia.
Tiene la sensación de haber nacido portero. Se recuerda tratando de evitar que los chuts de sus amigos de infancia se colaran por las ventanas de los sótanos, en los bloques donde vivía, y que usaban como portería. Se empeñó en ello y siguió el consejo de Esnaola. "Soy lo que soy porque he trabajado mucho", dice. El resto es cosa de su actitud vital: "Tanto le das a la vida, tanto te devuelve".
Víctor Fernández, que fue su entrenador en el Celta, da fe de ello. "Es extraordinariamente trabajador. Conmigo no jugaba casi nunca, era suplente de Dutruel. Pese a ello, nunca dejó de estar presente en el equipo", explica. "Era muy riguroso con su profesión, tremendamente responsable consigo mismo y con el equipo. Siempre que le pedían que se quedara al final del entrenamiento, lo hacía contento". Fernández está convencido de que ha mejorado mucho, en especial su colocación, el toque con los pies y el dominio del sentido del juego: "Ha madurado mucho. Es más sobrio, se siente más seguro, por eso compite mejor que de joven".
"Domina las fases del juego con mucho criterio. Esa es la clave", reconoce Juan Carlos Unzue. Fue el actual entrenador del Numancia quien le buscó en Vigo, después de que Begiristain le entregara la responsabilidad de elegir un portero cuando era responsable del trabajo con los arqueros en el primer equipo. Llegó en 2008 para seis meses y ahí sigue. "Le llamé para ofrecerle venir cedido por media temporada y me dijo que no había problema, que se iba a comprometer como si fichara por tres años, con la ilusión de un niño. No necesité escuchar más", recuerda el navarro. "Le conocía por referencias de futbolistas, antiguos compañeros, gente de fútbol. Fíate de ellos y te equivocarás poco", sostiene. Y asegura: "Es difícil encontrar alguien que haya trabajado con él y que hable mal de él".
Unzue no tardó en comprobar por qué. "Su capacidad de trabajo es extraordinaria", asegura. Y destaca que fue muy receptivo y asumió muchos conceptos imprescindibles para un portero del Barcelona. "Básicamente mejoró su relación con el juego. Pasó de recibir el balón y golpearlo por norma a pensar por qué banda se le abría el central y ponérsela. Ya la tocaba bien con el pie, pero mejoró la precisión", dice. Unzue admite que la veteranía le da una tremenda capacidad para elegir siempre la mejor opción, le destaca buenas manos, mucha valentía y fiabilidad. "Sus reacciones engañan y disimulan la facilidad con las que hace las cosas. Es portero de movimientos un poco extraños, pero tiene una gran colocación, lo que le permite activarse de una manera extraña, porque es muy potente de piernas".
"Es muy positivo", le reconocen en el camerino. "Contagia buen rollo, es muy participativo", le describen los compañeros, que le han visto muy relajado los últimos días. "Yo me lo paso muy bien, será cosa de la edad", admite. Dicen de Pinto, hijo del maquinista de una cantera, nacido en el Puerto de Santamaría hace 35 años, que es difícil ser más atento, simpático, respetuoso y trabajador. "Es un lujo de compañero y un excelente portero", resume Valdés, que hoy le cubrirá las espaldas.
"Juegan Pinto y 10 más", sentenció ayer Guardiola, por si alguien había pensado abrir un debate sobre la elección del portero en la final. "Está en forma. Otra cosa es que no fuera así, no hay más", cerró Guardiola, que consideró una falta de respeto -"a él y a sus compañeros"- poner en duda las razones por la que se ha ganado el sitio. El gaditano ha jugado los ocho partidos de Copa y ha recibido cinco goles. "Jugar con Valdés no garantiza nada, podemos perder igual", avisó el técnico, que añadió: "Las finales son para futbolistas de verdad". Será por eso que juega Pinto, ese que hace años se marcó un objetivo: "Seré feliz si algún día un excompañero explica: 'Nunca vimos a Pinto bajar los brazos".
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