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Los Valdés, doctores en jazz cubano

Bebo y Chucho, padre e hijo, son nombrados honoris causa en Berklee

"El momento musical que más he disfrutado con Bebo se lo debemos a Trueba, a San Fernando, como digo jocosamente, que nos dio la oportunidad de tocar juntos en la película Calle 54. Creo que la imagen lo dice todo y ya está para la historia", dice Chucho Valdés, que tampoco se olvida de Juntos para siempre, disco grabado en 2007 en Madrid. "Salió en sesión y media, casi todo toma única, y es una conversación entre maestro y alumno, padre e hijo. Todavía Bebo me ve como cuando yo tenía 18 años y me trata igual. En la grabación me hacía señas, igualito que cuando yo estaba aprendiendo a tocar", cuenta riendo. Ahora, una importante distinción del negocio de la música, el nombramiento como doctores honoris causa por Berklee College of Music, vuelve a unir a padre e hijo.

Chucho: "Tuve influencia de Bebo en todo; después me encontré a mí"

Dionisio Jesús Valdés Rodríguez, Chucho, y Dionisio Ramón Emilio Valdés Amaro, Bebo, nacieron en Quivicán, La Habana, un 9 de octubre (Bebo de 1918, Chucho de 1941). Juntos van a recibir el 7 de mayo -en una ceremonia en la Universidad de Boston- la distinción, propuesta por el presidente ejecutivo de la SGAE, Eduardo Bautista. "Pienso que mi papá se lo merece muchísimo por todo lo que ha aportado desde su inicio en el filin, género que transformó y enriqueció la armonía de la canción tradicional cubana. Todos aquellos temas, que tienen la mano de Bebo como arreglista, han quedado como clásicos. Él hizo el ritmo batanga y probó los tambores batá en la orquesta de jazz cuando nadie lo había hecho y su trabajo como pianista y compositor es una escuela. Si a mí además me reconocen el legado del grupo Irakere lo demás ya es una fiesta doble".

Por el hogar familiar de Santa Amalia pasaban grandes intérpretes. "Había tres casas de músicos pegadas. Más la gente que venía siempre como Celia Cruz, Elena Burke, Miguelito Valdés, Benny Moré, Cuní, Lecuona... ¡Imagínate! El privilegio más grande es haber visto eso", dice. "Tuve una influencia tremenda de Bebo en todo. Después, con el tiempo, fui encontrando a Chucho".

Hace unos meses que publicó Chucho's steps -título inspirado por el clásico de Coltrane- al frente de los Afrocuban Messengers -un guiño a Art Blakey-. "Es fácil hacer siempre lo mismo, pero me aburre. Yo quería romper la rítmica que había creado con Irakere y ver si todavía estoy lúcido para seguir creando. Lo primero fue cambiar los compases de la música yoruba que está hecha de forma métrica, pero cuando tú la vuelves asimétrica la clave cambia, los toques de los batás no son iguales. Fuimos trabajando en eso y buscando las estructuras libres. Costó siete años".

En Chucho's steps hay una pieza para los Marsalis (New Orleans) y Zawinul's mambo, dedicada al fallecido creador de In a silent way. "Zawinul y yo nos conocimos en Cuba cuando Weather Report fue a tocar al festival Havana Jam. Él escuchó a Irakere y le encantó, pero me dijo 'ahí estás limitado como pianista, ¿por qué tú no desarrollas esas cosas que te oí que son buenísimas?'. Me insistía en que yo tenía que tocar el piano", recuerda riendo, "y debía haberle hecho caso antes".

En 1997 Chucho Valdés firmó con Blue Note, sello para el que ha grabado discos en el Lincoln Center o en el Village Vanguard, el club de Nueva York donde su fotografía cuelga de una pared entre los retratos de Bill Evans y McCoy Tyner. "Cuando lo veo, todavía me toco a ver si estoy dormido y me van a despertar".

En estos días se publica su disco con Omara Portuondo, grabado 14 años después de Desafíos, y que los dos presentarán -única actuación en España- en La Mar de Músicas. Omara y Chucho se titula. "Omara está cantando y está diciendo. Como Billie Holiday, que se iba mucho más allá de lo que era la melodía. La forma de acompañar mía es mucho más sedada, pero también mucho más profunda. Está invitado Wynton Marsalis, que toca un tema precioso con nosotros".

Chucho ha tocado junto a Charles Aznavour, Michel Legrand, Concha Buika, Diego el Cigala o Pablo Milanés: "Es más difícil ser acompañante que solista. Cuando acompañas a un cantante tienes que adaptarte a lo que le gusta, tocar de la forma que le va. El pianista acompañante es como el sastre. Eso me lo enseñó Bebo".

Chucho y Bebo Valdés (sentado), en los estudios Casa Limón de Madrid.
Chucho y Bebo Valdés (sentado), en los estudios Casa Limón de Madrid.PEDRO PORTAL

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