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Venecia, modelo de convivencia artística

La creación contemporánea se 'cuela' en los museos de tesoros antiguos de la ciudad - Una muestra en el centro del magnate Pinault sirve de aperitivo a la Bienal

Venecia no es como esos equipos que sacan a los suplentes ante la inminencia de la gran final. El gran partido artístico es, obviamente, la 27ª edición de la Bienal, que arranca el 4 de junio como un auténtico mundial de la creación contemporánea. Lejos de respirarse la calma antes de la tormenta, la ciudad bulle de iniciativas museísticas, pese a los drásticos recortes culturales que azotan el país. O quizá gracias a ellos. La acción privada, en el sentido más estricto de la dialéctica marxista, anda detrás de la exposición de arte de vanguardia pasada o futura (hablamos de una asombrosa sucesión de cattelans, judds o broodthaers) recién inaugurada en la Punta de la Dogana, centro abierto en 2009 para dar visibilidad a la descomunal colección del multimillonario francés, propietario de PPR, François Pinault. De la escasez de fondos nació también la Fundación de Museos Cívicos de Venecia, agrupación de 13 joyas de la ciudad-museo, del Carrer al Palacio Ducal; del Fortuny a la casa del dramaturgo Carlo Goldoni. Juntas, y a través de una política de tolerancia a las exposiciones de arte contemporáneo (en torno y con motivo de la bienal), así como de una programación conjunta para aprovechar sinergias, pretenden desafiar al signo de los tiempos escasos.

La Fundación de Museos Cívicos agrupa 13 instituciones
Es posible tender un puente entre Canaletto y Thomas Schutte
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Aire de duda en el Canal

La feliz coincidencia aparca las dudas del turista diletante en la ciudad. ¿Por qué Caravaggio ha de significar renunciar a Jeff Koons? En la Venecia de estos meses es posible tender un puente entre las veduttas a los canales de Canaletto y Thomas Schutte, autor de Padre estado, característico mastodonte de bronce del artista alemán. La pieza, de 700 kilos, contempla las aguas desde la entrada a la Punta de la Dogana, al tiempo que hace compañía a la icónica escultura de Charles Ray (Chico con rana) que cambió la fisonomía de la ciudad con la apertura del centro, también participado por el Palacio Grassi.

Es precisamente la directora del Grassi, la otra concesión veneciana a la lírica del magnate Pinault, la comisaria de Elogio de la duda, exposición que hoy llena la antigua dogana (aduana). Caroline Bourgeois (Suiza, 1959) ha querido adelantarse a la clase de vacilaciones de carácter político, sexual, religioso o existencial que pueden asaltar a los visitantes a una muestra que propone un diálogo entre obras clave del siglo pasado con otras de artistas contemporáneos. "Esta es la belleza del arte. El buen arte es siempre actual", afirmaba Bourgeois la semana pasada en la vieja aduana, transformada por Tadao Ando.

Tanta explosión contemporánea, en una ciudad y en un país por lo general volcado con el arte antiguo (por razones de peso), no está reñida con la entente de belleza intemporal que encabeza Walter Hartsarich, presidente de la Fundación de Museos Cívicos de Venecia. Sostiene que no hay lugar para la competencia en el ecosistema museístico tras la irrupción del huracán Pinault. Le asisten las cifras (dos millones de visitantes el año pasado y un aumento del 13%, este) y la seguridad que otorga ser el guardián de tesoros de Tiziano, Carpaccio, Bellini o Lorenzo Lotto. "Ellos y nosotros nos complementamos", afirma. "No nos sentimos enemigos. Nos estimulamos recíprocamente".

Los museos que representa Hartsarich ocupan el tercer lugar, tras los vaticanos y la galería de los Uffizi, en la clasificación de los más visitados de la Italia de los 3.200 centros de arte. Su buque enseña es el Palacio Ducal, que recibe el 60% de las entradas, pero también cuentan el exquisito Correr, volcado en la pintura, Ca' Rezzonico, dedicado al setecento veneciano, o el Palacio Fortuny, a mayor gloria del artista español. La fundación, dependiente del Ayuntamiento, cuenta también con respaldo empresarial, contribución que es mimada con ventajas fiscales para atraer a nuevos socios en el futuro. Además, alquilan sus sedes para eventos y se juegan la carta a la programación de exposiciones temporales de arte contemporáneo, que incrustan en sus colecciones de piezas antiguas. Para ello parten con la ventaja de un comité asesor que incluye a Umberto Eco o al historiador y comisario Tomás Llorens.

La fundación ha conseguido algo por lo que luchan muchos museos españoles, funcionar como un ente autónomo, de manera que la recaudación por entradas, revierte en el propio museo. "Este es un negocio que tenemos que cuidar al máximo" explica el presidente, "porque el arte es importantísimo en el PIB de Italia. Toda Venecia es un museo costosísimo. La belleza del agua es también su mayor amenaza. Y el coste de las restauraciones es más difícil y caro aquí que en tierra firme".

Entre las muestras de arte contemporáneo con las que Hartsarich y los suyos pretenden desafiar a los elementos destacan las del Museo Correr (una retrospectiva de Julian Schnabel y una exposición sobre la arquitectura del futuro); la colectiva Tra, en el Palacio Fortuny; y la del italiano Pier Paolo Calzolari, que ocupará con 20 instalaciones el Palacio de Ca' Pesaro. El núcleo central de las iniciativas se inaugurará el 1 de junio, en torno a la Bienal.

Una obra de Paul Mccarthy instalada en la exposición <i>Elogio de la duda,</i> recién inaugurada en la Punta de la Dogana.
Una obra de Paul Mccarthy instalada en la exposición Elogio de la duda, recién inaugurada en la Punta de la Dogana.GETTY IMAGES

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