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Reportaje:

Un penalista de armas tomar

La reciente absolución de Ibarra ha confirmado la reputación del abogado Javier Beramendi, en cuyo historial destaca la defensa de altos cargos del PNV

La absolución el viernes del exjefe de la Inspección Fiscal de Vizcaya Juan Ramón Ibarra no ha sorprendido en el ámbito judicial. Y no solo en base a los razonamientos jurídicos esgrimidos. La sentencia ha reportado un nuevo ítem al destacado historial profesional del letrado defensor, Javier Beramendi, "uno de los más prestigiosos penalistas" de Euskadi, según se estima entre la abogacía. El jueves ya había logrado el sobreseimiento provisional de la causa contra el exdirector territorial de Sanidad José Ramón Elorriaga. Apenas dos muescas en una larga lista de victorias en asuntos de no poca trascendencia política.

Ibarra, Margüello, De Miguel, Glass o Cearsolo son solo algunos de los casos en los que ha trabajado estos últimos años. Nacionalista confeso, dicen quienes le conocen que "en tiempos se le hacía de EA", aunque a nivel profesional ha destacado por defender a altos cargos del PNV. El diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, es su cuñado. Fuera de los tribunales no ha mantenido vinculación con la política. Muestra quizá del hermetismo que le caracteriza más allá del juzgado, como refleja también el hecho de que nunca haya tratado con periodistas. "Siempre ha tenido fama, pero nunca ha ido de abogado estrella", aseguran en su entorno.

Sus compañeros lo definen como un letrado inteligente, frío y riguroso
Su nombre se ha colocado entre los más destacados de la profesión
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"¿Y ahora quién repara los daños?"

Hay quien, pese a reconocer la valía de Beramendi, le resta méritos en algunos de sus casos "en los que, más allá del papel del abogado, no había tema". La mayoría coincide, sin embargo, en destacar su compromiso con los clientes a los que defiende y su carácter "excesivamente trabajador". Riguroso, inteligente o incisivo son algunos de los elogios que recaba entre sus compañeros de profesión y por los que cobra generosamente en sus servicios. Acostumbra a preparar con detalle las causas en las que toma parte y es raro que deje algún cabo sin atar. Su "frío" carácter hace el resto durante la celebración de los juicios.

Tan comedido en sus formas como mordaz en las preguntas, no desiste hasta encontrar la respuesta buscada como argumento ante el juez, lo que infunde un profundo respeto entre quienes prestan declaración. El caso Ibarra ha sido una buena muestra de ello, dado que sus interpelaciones a los imputados han resultado fundamentales para desmontar los argumentos de la acusación por parte de la Fiscalía. Tampoco desespera si no logra lo que persigue. Meticuloso en el desarrollo de las pruebas, guarda siempre como última baza los informes de conclusiones, en los que se explaya para exponer con la más mínima concreción sus argumentos. "Esta profesión no consiste solo en tener la razón, sino también en saber exponerla y lograr que te la quieran dar", argumenta un destacado abogado vizcaíno. Y Beramendi puede presumir de haberlo conseguido en la mayoría de los casos que ha llevado. Sobre todo, en los más relevantes.

De puertas hacia dentro, entre los suyos, es otro. Alguien muy diferente, alejado de la imagen que transmite como profesional. Casado y con hijos, compagina su labor de letrado con la impartición de clases en la Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados de Vizcaya. Además, es vicepresidente de la asociación Respública, dedicada a la reflexión y el debate sobre ideas de todas las ramas del derecho, especialmente la penal. Ámbitos en los que se muestra cómodo y abierto. "Irónico" o "divertido" son algunos de los calificativos que le definen ante sus conocidos. "No tiene nada que ver con el abogado que trabaja en los juzgados", sostiene un compañero de profesión.

Tras dos décadas largas de ejercicio profesional, Beramendi se ha labrado un hueco entre los mejores abogados penalistas que ejercen en Bilbao, que figuran a su vez entre los más reconocidos de España. Su nombre, como los de Ángel Gaminde, Txema Montero, José Ricardo Palacios o Félix Rojo, aparece sobre la mesa cada vez que un posible cliente de renombre pregunta por una defensa legal de solvencia. Cuenta con la ventaja, además, de ser el más joven, lo que apunta a un futuro cercano en el que puede consolidarse como la principal referencia.

Comparte con sus compañeros de profesión y competidores, sin embargo, el carácter reservado y la discreción que caracteriza a los penalistas de Bilbao. Un rasgo opuesto, según se considera en la abogacía vizcaína, al de letrados "más mediáticos" de otras zonas con gran tradición, como Madrid o Barcelona.

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