No milagro, sino industria
'Las bodas de Camacho', de Mendelssohn, renace con Vasili Petrenko e Ignacio García
"No milagro, milagro, sino industria, industria", replica el personaje de Basilio en el capítulo XXI de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, cuando se descubre su picardía para arrebatar a Quiteria de su compromiso con Camacho, después de las bodas cervantinas de estos dos últimos. Con este episodio, cantado en alemán, culmina Die Hochzeit des Camacho, una ópera de juventud de Mendelssohn, estrenada en 1827, revisada en 1828, de la que desde entonces se ha conservado la obertura y poco más.
Ni siquiera en los actos de celebración del segundo centenario del nacimiento de Mendelssohn hace un par de años se metió nadie con esta obra contemporánea del Octeto o del Sueño de una noche de verano. Ahora bajo la dirección de Clive Brown, se ha reconstruido la partitura completa, y con el esfuerzo de la Royal Philharmonic Orchestra y de The European Opera Centre se ha hecho realidad un deseo más formulado en términos de industria que de milagro. Así, el pasado sábado se presentó al público en una versión semiescenificada por el español Ignacio García, grabándose la sesión para su salida al mercado.
A Mendelssohn se le conoce más por sus oratorios, sinfonías y música de cámara que por sus óperas, pero cuando empezó con Las bodas de Camacho, a los 15 años, ya había compuesto varias obras teatrales y tres singspiels (óperas alemanas con texto hablado) en un acto, y otro de larga duración en tres: Der Onkel aus Boston. Liverpool aceptó el reto de esta ópera de tema tan español y recurrió para su puesta en escena a Ignacio García, un madrileño de 33 años, que ya había dirigido antes aquí Emilia de Liverpool de Donizetti. La obra de Mendelssohn es bastante estática en su segunda mitad, con lo que el planteamiento semiescenificado en dos niveles de altura es muy acertado. A ello se une la proyección en una pantalla al fondo de unas fotografías de Sara Meggiorin con paisajes manchegos y reproducciones de los créditos de Don Quijote. Hay que anotar también la soberbia actuación de la bailarina Meritxell Mur Gurí en un celebrado número de la escuela bolera.
Punto y aparte merece la dirección de Vasili Petrenko, que ha dado un aire muy vitalista a la Orquesta de Liverpool. Muy especial es el trabajo de The European Opera Centre, asociación modélica de ayuda a jóvenes cantantes de 35 países y búsqueda de un público renovado, que colabora con cierta asiduidad con la Orquesta de Liverpool y que tiene como logro más emblemático hasta la fecha la grabación de La zorrita astuta, de Janácek, con Kent Nagano, vista por más de 700.000 personas. El reparto vocal que The European Opera Centre preparó para Las bodas de Camacho ha sido admirable, con una Quiteria de lujo en la soprano alemana Katharina Persicke. El éxito fue merecido. Liverpool demuestra que la ciudad no se limita a Anfield, Los Beatles y las carreras de caballos. La música clásica, si se enfoca con inteligencia, puede tener también su lugar al sol en la sociedad.
Babelia
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