Un fuerte seísmo alarma de nuevo a Japón
El temblor, el mayor registrado desde el 11 de marzo, obliga a evacuar a los equipos de emergencia de Fukushima - Tokio activa la alerta de tsunami en la costa noreste
Las alarmas volvieron a saltar ayer en Japón. Un terremoto de magnitud 7,1 en la escala de Richter sacudió la costa nororiental del archipiélago a las 23.32 (siete horas menos en la España peninsular). La Agencia Meteorológica japonesa emitió una alarma de tsunami de hasta dos metros, que luego canceló. El temblor obligó a evacuar en un refugio antisísmico a los equipos de emergencia que, desde el terremoto y el gigantesco maremoto del mes pasado, luchan en la central nuclear de Fukushima para evitar que los reactores se fundan y se produzca una fuga masiva de radiación.
Tokyo Electric Power (Tepco), la empresa propietaria de la planta, dijo que la central no había sufrido aparentemente nuevos daños por el temblor. Fue la más potente de las más de 400 réplicas que se han producido desde el devastador seísmo de magnitud 9 del 11 de marzo, exceptuando varias ocurridas aquel día.
Los edificios crujieron y se balancearon durante un minuto
En Corea del Sur se han anulado clases por temor a la lluvia radiactiva
El terremoto se produjo aproximadamente en la misma zona y a la misma profundidad que el del mes pasado, en la costa nororiental de la isla de Honshu -la más grande de Japón-, a 65 kilómetros de Sendai (capital de la prefectura de Miyagi), y 330 kilómetros de Tokio, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (SGEE). El epicentro se situó a 50 kilómetros bajo el mar. Inicialmente la magnitud anunciada fue de 7,4, aunque luego el SGEE la redujo a 7,1. La cadena de televisión NHK informó de que se habían producido algunos heridos, pero no muertos.
El terremoto se sintió con fuerza en Tokio, donde ocurren temblores casi todos los días. Algunos son movimientos apenas imperceptibles, que producen una especie de mareo muy rápido; otros agitan levemente los inmuebles. El de ayer fue especialmente largo e intenso. El hotel en el que estaba este corresponsal, en la décima planta, crujió y se balanceó durante un minuto que pareció eterno. En la ciudad de Ishinoseki (prefectura de Iwate, en el norte), los edificios se agitaron violentamente -aunque no resultaron seriamente dañados-, los muebles se volcaron y se cortó el suministro eléctrico. En Sendai (prefectura de Fukushima), la luz se fue en algunas partes y se produjeron fugas de agua y gas.
La Agencia Meteorológica emitió una alerta de maremoto. "Por favor, diríjanse a terrenos más elevados, y no intenten regresar a la línea de costa", repitió la cadena de televisión NHK, en aparente referencia a los pescadores preocupados por sus barcos. Cerca de hora y media más tarde canceló la alerta, pero advirtió a la gente que no se acercara a la costa.
El temblor rompió varias líneas de suministro eléctrico de la central atómica de Onagawa, al norte de Sendai, que está cerrada desde el tsunami. Una línea sigue en funcionamiento y no fueron detectadas fugas de radiación. Tanto esta central como las de Rokkasho y Higashidori, en la prefectura de Aomori, perdieron brevemente la fuente de electricidad exterior de los sistemas de refrigeración de los reactores, pero todas conservan al menos un sistema de emergencia operativo.
Tras el temblor, Tepco dijo que continuó inyectando nitrógeno en el reactor número 1. La empresa advirtió el miércoles pasado de que el hidrógeno se está acumulando en los reactores, lo que podría provocar explosiones similares a las que ocurrieron en la planta en los primeros días del desastre, y ayer comenzó a inyectar nitrógeno en la vasija de contención del reactor, con objeto de desplazar al oxígeno. Planea hacer lo mismo en los reactores 2 y 3, como medida preventiva.
El miedo a lo invisible ha llegado también a Corea del Sur. Docenas de escuelas cancelaron ayer las clases en el país asiático por temor a que la lluvia que cayó durante el día estuviera cargada de radiactividad procedente de Fukushima. Más de 130 jardines de infancia y escuelas primarias en la provincia de Gyeonggi, que rodea Seúl, recortaron los horarios o anularon las lecciones por orden del departamento de educación regional. La medida fue tomada, según se dijo, debido a "la creciente ansiedad entre los estudiantes y los padres por las informaciones conflictivas respecto a la seguridad ante la exposición a radiación".
El departamento de Educación de Seúl, sin embargo, se negó a anular las clases, a pesar de las peticiones de muchos padres, y pidió calma. El Gobierno aseguró que la cantidad de radiación detectada en la lluvia era muy pequeña y no suponía ningún riesgo para la salud.
Pero no solo Corea del Sur está preocupada por la crisis nuclear japonesa. El Ministerio de Sanidad chino dijo ayer que ha encontrado trazas de radiactividad en las espinacas en tres provincias, incluido Pekín. El Gobierno aseguró también que ha detectado radiación en el aire en 22 provincias, aunque los niveles no son perjudiciales para la salud. India prohibió a principios de esta semana la importación de alimentos japoneses durante tres meses. Y Rusia también ha mostrado su inquietud.
Mientras el temor a la radiactividad se extiende en la región, las autoridades japonesas están considerando ampliar la zona de evacuación obligatoria alrededor de la planta de Fukushima, que actualmente llega a 20 kilómetros.
El Gobierno ha recomendado hasta ahora a los residentes en la franja situada entre 20 y 30 kilómetros que no salgan a la calle o que se vayan de forma voluntaria. Pero la semana pasada el Organismo Internacional para la Energía Atómica y la organización medioambiental Greenpeace instaron a Tokio a ampliar el área de exclusión porque habían sido detectados altos niveles de radiactividad en lugares situados hasta a 40 kilómetros.
Un total de 12.608 personas murieron y 15.073 continúan desaparecidas a causa del terremoto y el tsunami del mes pasado.
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