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Columna
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Nuevas memorias del subsuelo

Mercè Ibarz

Mientras crecen el paro, los desalojos de viviendas y el turismo que ha sustituido a la industria fabril, tres libros de distinto signo vuelven al pasado industrial reciente. Los tres han sido de gestación lenta, o sea que no se debe pensar que su publicación más o menos conjunta en los últimos meses obedezca a un designio editorial, incluso institucional, sino a algo que los tiempos reclaman más allá de su repercusión, lo que desde aquí deseo para los tres. Comparten también el hecho de responder a necesidades profundas de sus autores y de las voces que reúnen. Y entre una cosa y otra, entre lo que el presente reclama y lo que estos autores creen imprescindible recordar, algo sucede en paralelo a las modernidades de los y las jóvenes leones de nuestras letras bilingües. ¿De qué se trata? Rumio y barrunto que las raíces del presente se están extendiendo y ampliando, cual rizomas del asfalto, y así la ciudad sin nombre pero bien física, que forma parte ineludible de Barcelona, extrae nuevas memorias de su subsuelo. De Isabel Segura conocía hasta ahora sus trabajos sobre la historia de las barcelonesas, cuyas huellas ha seguido por barrios y aledaños. Ahora se ha centrado en La modernitat a la Barcelona dels cinquanta, un libro magnífico editado por el Consistorio, un repaso a las fábricas que en aquella década se establecieron: la Seat y Lámparas Zeta en la Zona Franca, la Mercedes-Benz en el Bon Pastor, la Hispano Olivetti cerca de la plaza de las Glòries, la editorial Gustavo Gili en la izquierda del Eixample, los laboratorios Uriach en Camp de l'Arpa y la Coca-Cola en la Verneda. Entre las cosas sabias del libro está recordar que una fábrica es una red social, un concepto que no ha inventado nuestra era digital. En aquellas redes sociales no había sólo trabajo e ideología, había formas de vida y de construcción de lo comunitario, con sus relatos e imágenes. La historiadora proporciona en este sentido fotos de gran interés, de Centelles cuando no tenía más remedio que ser fotógrafo industrial (vetado por el franquismo como fotoperiodista), de los álbumes familiares de las gentes que le han abierto los recuerdos de sus fábricas, y de esa estupenda fotógrafa que es Carmen García de Ferrando, nacida en 1915, que merece ser más reconocida.

El pasado industrial reciente, en tres libros que reúnen voces y raíces del presente

Por su parte, Julià Guillamon, reputado crítico literario, ha vuelto a la novela con La Moràvia (Galàxia Gutenberg). Evoca en ella las huellas del pasado industrial de un innominado Poblenou, donde nació y se crió, y de todo un mundo. Su tono constructivista recuerda el coraje del fotógrafo Moholy-Nagy vestido con mono de mecánico en la Bauhaus para dar sus clases. Guillamon elabora un denso, abrupto y muy bien escrito fresco masculino, de matices inéditos, por fin expresados. Entre otras cosas narra cómo una generación saltó, mediado el siglo XX, de la miseria a la universidad. Con objetos cotidianos ya perdidos, desechos industriales y el recuerdo de fábricas y barracas, revive con perspicacia la extrañeza que el desclasamiento produce, sin remedio. Para llegar aquí, a esto de hoy. No hay nostalgia sino una forma del presente, lo que desde luego no es un logro menor.

Barraques. La Barcelona informal del segle XX reúne testimonios y las investigaciones de la exposición de hace dos años en el Museu d'Història de la Ciutat. Los han recopilado Mercè Tatjer y Cristina Larrea. Las barracas no desaparecieron en Barcelona hasta 1990, que se dice pronto. Fueron el resultado del crecimiento industrial de la ciudad entre dos dictaduras. El libro se cura en salud y se refiere al siglo pasado, pues si no tendría que ser ampliado: las barracas están volviendo; en Collserola, por ejemplo, aunque no por crecimiento industrial precisamente. Otorga el libro sentido a un urbanismo autoconstruido, hecho por sus propios habitantes, que conforma una historia de dignidades, baste decir que durante el porciolismo fue por delante del urbanismo profesional. Por no hablar de tantas viviendas así levantadas a lo ancho del planeta cuando las ciudades crecen a mansalva y no disponen de viviendas suficientes, con lo que el tratamiento del caso barcelonés en un museo resulta otra dignidad más y un estímulo para otros lugares y ciudades.

Tres libros sugestivos, distintos, sobre las raíces del extraño presente.

Mercè Ibarz es escritora y periodista.

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