Encerrada para ocultar los golpes
La fiscalía pide 14 años para un hombre que agredió a su esposa y le impidió salir de casa en Barcelona - "Amenazó con ir a Marruecos y llevarse a mi hijo"
Nadia B. llegó tarde, ayer, a su declaración en la Audiencia de Barcelona. Claro que en su caso, tras años de dudas entre esconderse y denunciar, lo importante era llegar. La mujer cogió un avión en Madrid y entró en la sala cubierta con un hiyab (pañuelo islámico) de color negro y acompañada por dos policías de paisano. Allí relató con claridad el calvario al que, supuestamente, le sometió su exmarido. La víctima, de origen marroquí, estuvo encerrada en su casa bajo llave durante dos semanas y sufrió diversos episodios de malos tratos hasta que logró desembarazarse de Ahmed Oulad, que afronta una petición fiscal de 14 años de cárcel.
Nadia y Ahmed se casaron en Marruecos en 2002 y, un año después, fueron a vivir a Viladecans (Barcelona), la misma localidad donde un hombre, también magrebí, mantuvo cautiva a su mujer, Nacira, varios meses. La Audiencia de Barcelona ha condenado a Mohamed Koubaa a cinco años y medio de cárcel por el secuestro. El caso de Nadia guarda no pocos paralelismos con el de Nacira: ambas fueros retenidas en casa, vivieron aisladas de sus familias y vacilaron a la hora de rebelarse contra sus maridos. La propia Nadia no quiso ratificar su denuncia en el juzgado que instruyó el caso, aunque su testimonio de ayer fue rotundo.
El acusado rompió el teléfono de Nadia para que no hablase con su hermana
En octubre de 2005, Nadia y Ahmed discutieron. El hombre la golpeó, le tiró del pelo y le dio un cabezazo en la nariz. "Me miré al espejo y vi que se me había salido el hueso", declaró la víctima. La obsesión del agresor era evitar que alguien descubriera los moratones. Y decidió encerrarla en casa. "Me quitó mi copia de las llaves, no podía salir". Ahmed rompió el teléfono móvil de la mujer para impedirle el contacto con el exterior. Así pasó dos semanas.
"Me dijo que, si alguien preguntaba, tenía que decir que se me había caído encima el mueble de la cocina", narró la mujer magrebí, madre de dos hijos y, desde 2009, divorciada. Le contó la historia a su cuñada, que no la creyó. Pese a que Ahmed decidió liberarla porque ya no había rastro de las lesiones, siguió maltratándola. Ella recurrió al maquillaje para ocultar los moratones. Hasta que se hartó: "Le dije que ya no aguantaba más". Se armó de valor, se marchó a vivir con su hermana a Segovia y, tras denunciar su caso, obtuvo una orden de alejamiento.
Ahmed la abrumó con llamadas. Por las buenas y por las malas, le pedía que regresara. "Primero me decía que le perdonara, que iba a ser padre otra vez y que iba a cambiar. Pero después amenazó con viajar a Marruecos y quitarme a mi hijo si no volvía". Ese fue un argumento de peso. Apenas 40 días después de huir, Nadia volvía a Viladecans. Y sufrió nuevas agresiones. Una noche, el acusado le propinó varios golpes en la cara. "Me cogió por la boca y la nariz y no me dejaba respirar". Por entonces, Nadia estaba en su séptimo mes de gestación.
La mujer llamó a la policía para poner una denuncia. Cuando volvió del trabajo y vio a los agentes en su piso, Ahmed se puso agresivo. En presencia de los policías, cogió a la mujer del brazo y la arrojó al sofá. "Dijo que esa era su casa y que allí hacía lo que le daba la gana", explicó Nadia. Los agentes ratificaron esa tesis. "Tenía marcas en la cara y estaba atemorizada. Cuando su marido entró por la puerta, le cambió la cara", relató uno de ellos.
El acusado negó los hechos y acusó a Nadia de usarle "para venir a España" y de "hacer lo que le da la gana". "Nunca agredí a mi mujer, se fue a Segovia porque quiso", dijo Ahmed, que afronta 14 años de cárcel por los delitos de detención ilegal, lesiones y malos tratos.
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