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Los negocios de las farmacéuticas

El bioquímico Tom Blundell critica el sobreprecio que se impone a algunas medicinas, pese al coste de desarrollarlas

"El modelo de negocio de las empresas farmaceúticas no funciona bien". Contundente, Tom Blundell (Brighton, Inglaterra, 1942), director de investigación del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Cambrige, asegura en una conversación con EL PAÍS que el elevado coste de la investigación ha causado en los últimos años problemas a las compañías farmacéuticas, que han respondido fusionándose o comprando otras empresas.

Blundell, director no ejecutivo de la farmacéutica Astex Therapeutics, participó ayer en el ciclo sobre química y salud organizado en Bilbao por la Fundación BBVA y el centro de investigación en biociencias CIC-Biogune.

Consciente de que parte de la sociedad observa con aprensión la labor de las farmacéuticas, apunta que se deben diferenciar dos aspectos. Por un lado, los años ochenta vivieron un auge de la medicina que se tradujo en un aumento de los medicamentos disponibles. Los beneficios de muchas empresas del sector se dispararon, pero llegó un momento en el que los productos dejaron de ser novedosos y sus ingresos se redujeron. Pese a las grandes inversiones, las innovaciones exitosas se estancaron.

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En la otra cara de la moneda, el también expresidente de la Royal Commission on Environmental Pollution, una entidad británica dedicada al estudio el medio ambiente, cree parte de la sociedad no es consciente del trabajo y el coste que requiere la elaboración de un medicamento: "El público piensa que se puede fabricar un fármaco de manera económica, pero no siempre se tienen en cuenta los costes de su lanzamiento", como los correspondientes a investigación o seguridad, por ejemplo.

Sin embargo, Blundell evalúa a las farmacéuticas desde un punto de vista crítico y añade que, especialmente en los últimos 30 años, algunas compañías han vendido sus productos a precios excesivamente elevados. "Bastante menos de lo que puede pensar el público", precisa.

La tecnología actual permite avanzar de manera más económica y veloz. Blundell considera que, aunque se debe ser cauteloso con el término "curable", con el desarrollo de los estudios genéticos se podrán tratar distintos cánceres con mayor previsión de éxito, ya que se podrá identificar a aquellos pacientes que generan resistencia a un fármaco. "La oncología sacará gran provecho del progreso", asevera.

El estudio del genoma se topa con diferentes trabas. El bioquímico, quien firmó junto a otras personalidades británicas como el escritor Ken Follet o el científico Richard Dawkins una carta con la que se oponían a la visita del Papa al Reino Unido por no recomendar el uso del preservativo frente al sida y oponerse al aborto, considera que "la Iglesia, especialmente la católica, no ha dado su ayuda en el campo de la medicina".

Añade que el principal problema en el estudio del genoma humano radica en la ética y en la inversión. El científico se cuestiona si el genoma de cada persona debe ser privado o, por contra, accesible para su investigación. Y es que el genoma aporta información sobre cada individuo, pero también sobre sus allegados. "Necesitamos contar con información para poder avanzar en la ciencia, pero esta tendrá que ser anónima", sostiene.

Por otro lado, la inversión supone elección y depende del gasto que realiza cada país o cada organización. "Si yo comenzara a desarrollar un fármaco para la tuberculosis, ¿podría conseguir finalmente inversiones suficientes?", concluye Blundell.

[El BEC acogerá entre el 11 y el 14 de abril próximos Imaginenano, el mayor congreso europeo de nanociencia de este año, en el que participarán los premios Nobel de Física Kostya Nososelov y Albert Fert].

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