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Reportaje:

El 'yo acuso' de la crisis financiera

La oscarizada 'Inside job' señala a los culpables de la última debacle económica

Sería un milagro que el cine influyera en las decisiones políticas de un país. Pero al menos parece posible que las irregularidades que una película saca a la luz tengan consecuencias en otros ámbitos. Y si el filme encima ha ganado el Oscar, el efecto puede ser aún mayor. Inside job, de Charles Ferguson, mejor documental este año según la Academia de Hollywood, es una didáctica herramienta de denuncia de todas las barbaridades perpetradas por bancos, Gobiernos y ejecutivos financieros cuya irresponsabilidad y avaricia llevaron a la crisis económica de 2008 y cuyas consecuencias aún se sienten en todo el mundo.

La película condensa en dos horas detalles bastante complejos sobre el origen y protagonistas de la crisis. Para cualquier ciudadano informado, la película no descubre nada nuevo, aunque sí encierra una trágica sorpresa: la connivencia del mundo académico con los poderes económicos. Una de las secuencias más sabrosas es una entrevista con Glenn Hubbard, decano de la Columbia University Business School, uno de los mayores defensores de la desregularización de los mercados, quien además trabaja como consultor para múltiples empresas privadas. "Tras la crisis ningún ejecutivo ha ido a la cárcel y eso es patético, aunque precisamente esta semana el Gobierno ha denunciado a tres de los principales responsables de uno de los bancos que se hundieron con la crisis, Washington Mutual, y quizás sea un primer paso. Pero la película sí ha generado cierta polémica en el mundo académico y aunque nadie ha sido despedido, hay varias universidades que están pensando en crear líneas claras que impidan que los académicos incurran en esos flagrantes conflictos de interés. Y lo más interesante es que desde muchas asociaciones de alumnos de escuelas de economía nos han pedido la película y están debatiendo abiertamente la situación". Lo explica Ferguson, que además asegura: "Haciendo este filme he perdido muchos amigos; no importa, porque he ganado muchos otros".

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Nuevos códigos

El pasado enero, poco antes de la convención anual de la American Economic Association, la mayor asociación de economistas estadounidenses, el profesor de economía de la Universidad de Harvard Edward Glaeser se preguntaba en las páginas de opinión del diario The New York Times si no sería ya hora de crear un código ético para economistas. En otras profesiones como la medicina o la abogacía, existe. "Inside job plantea preguntas sobre la falta de ética de economistas que opinan sobre decisiones económicas y que esconden su relación con empresas y sus tratos como consultores. Las acusaciones son serias y está claro que la profesión ha sido demasiado laxa en estos conflictos de interés", escribió Glaeser.

Por su parte, la Universidad de Harvard, que tampoco sale precisamente bien parada en la película -el jefe de su departamento de Economía, John Campbell, no ve conflicto de intereses y lo dice tranquilamente en cámara-, está revisando su propio código sobre conflicto de intereses económicos, que abarca todos los departamentos de la universidad.

¿Y el propio cineasta? Teniendo en cuenta que el filme critica los excesos de la especulación financiera, decidimos preguntarle a Ferguson, millonario desde los años noventa, cuando vendió una empresa de tecnología en plena burbuja del punto.com por más de 100 millones de dólares, si invertía en Bolsa. "Sí, claro. No tengo nada en contra de la gente que invierte en Bolsa y yo mismo invierto en empresas de tecnología que creo que hacen las cosas bien". Pero, ¿no alimentan los mercados financieros la especulación, como deja claro su película? "Los mercados no son del todo justos pero si hay regulación y están controlados y las transacciones se hacen legalmente no veo nada malo en ellos".

Empleados de Lehman Brothers asisten de pie a una reunión en las oficinas de la empresa cuya caída desencadenó la crisis financiera.
Empleados de Lehman Brothers asisten de pie a una reunión en las oficinas de la empresa cuya caída desencadenó la crisis financiera.KEVIN COOMBS (REUTERS)

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