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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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Qué raro es Tomás Gómez

El mundo está lleno de diferencias. La diferencia entre España y Argentina es que aquí decimos los Rolling y allí los Stones, lo cual significa muchas cosas. La diferencia entre 1945 y ahora, es que entonces las bombas atómicas sobre Hiroshima las tiraba Estados Unidos y ahora se las construyen los propios japoneses en Fukushima, por poner un ejemplo. La diferencia entre Sadam Husein y Gadafi es que al segundo aún no lo han ahorcado. La diferencia entre Cuba y China, es que el cliente siempre tiene razón. La diferencia entre presentarse a unas elecciones y ganarlas es casi todo, entre otras cosas que a los candidatos les interesa la cultura y a los gobernantes les sobra. ¿Le ocurriría lo mismo a Tomás Gómez si diera la sorpresa y ganara las autonómicas en mayo? Más raro fue aquel verano que no paró de nevar, como dice Sabina.

Al candidato socialista a la alcaldía se le ha ocurrido ofrecer un abono cultural
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Porque lo cierto es que el aspirante del Partido Socialista a presidir la Comunidad de Madrid es un hombre extraño, que nació en un lugar de Holanda a cuyo nombre parece que se le hubieran caído las letras y alguien las hubiese colocado en desorden: Enschede; que es un político en dirección contraria que quiere llegar a la Puerta del Sol saltando por encima de su partido y, sobre todo, que es tan poco convencional dentro de su mundo que con frecuencia te lo encuentras ¡en actos culturales! Con lo cual, me imagino que Esperanza Aguirre debe de estar tan indignada con él como lo estaba Keith Richards con Mick Jagger una vez que lo entrevisté y no paraba de meterse con su cantante, a quien en su opinión se le había subido de tal forma a la cabeza el nombramiento de sir que le había dado por hacerse el culto: "¡Pero quién se ha creído que es! ¡Si ha llegado a ir hasta a una exposición de pintura y a la ópera!".

El caso es que Juan Urbano y yo nos encontramos casi a menudo con Tomás Gómez en conferencias y lecturas de poemas, lo mismo que nos hemos encontrado más de una vez con Alberto Ruiz-Gallardón por Recoletos, en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión, y tanto en un caso como en otro, no en momentos ni en sitios donde uno pueda pensar que ha ido a pescar un voto, lo cual resulta desconcertante. Para rematar la faena, ahora resulta que al candidato del PSOE se le ha ocurrido ofrecer un abono cultural que sirva para que los ciudadanos se animen a darse una vuelta por los teatros, las salas de conferencias o conciertos y demás, como quien mete el pie en el agua para tomarle la temperatura o se intenta acostumbrar al transporte público, y en principio eso parece una idea interesante: igual una vez dentro de la sala deciden quedarse a ver el espectáculo. No sé si a los que se apunten les darán un carnet y si este será más parecido al metrobús o al abono de San Isidro, pero supongo que si sirve para acercar la mano de la gente a la cultura y viceversa, será útil.

La pregunta que importa, sin embargo, no es esa, sino otra cuya respuesta está en el futuro: ¿esta vez la cosa irá en serio y Tomás Gómez sería un presidente que apostara por la cultura y tratase de generar una red de colaboraciones y apoyos que la hiciera más sólida, más brillante y más diversa, o en cuanto se acabe el último mitin y las banderas de plástico vayan a los contenedores amarillos la cultura regresará al lugar en el que la tienen habitualmente guardada los políticos, que es el armario de los disfraces y la estantería de los adornos?

Esto va a ser muy fácil de explicar y de comprender. ¿Cuál es la diferencia entre Tierno Galván y todos los alcaldes que le han sucedido? La cultura.

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