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Entrevista:AUGUSTO DE LA TORRE | Economista del Banco Mundial

"Latinoamérica debe ahorrar en esta bonanza"

También en México, puerta de América, resuenan los golpes de hechos lejanos, como el terremoto y el tsunami de Japón y las revoluciones en la orilla sur del Mediterráneo, que afectan a todos: "Solo ahora estamos empezando a digerir las implicaciones de la crisis de Japón", dice Augusto de la Torre, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, nada más terminar su intervención en el foro organizado en México por BBVA Bancomer y EL PAÍS.

De la Torre, que subrayó las diferencias a la hora de abordar las crisis desde Latinoamérica -"en el pasado teníamos unos amplificadores domésticos; ahora, en su lugar, tenemos amortiguadores"-, cree que a la hora de la digestión de las consecuencias del terremoto japonés hay que mirar unos años atrás: "Nuestro mundo está cada vez más interconectado: con Japón pasa igual que pasó en la crisis de las hipotecas subprime, que descubrimos, después de haber estallado, que había unas interconexiones que no entendíamos bien y que jugaron de manera muy fuerte en la espiral de la caída del sistema financiero. Las interconexiones económicas son cada vez mayores, la transmisión de lo que pasa en una parte del mundo es más compleja y tiene aspectos inesperados que no se ven a primera vista. Ahora empiezan a salir más cosas, no solo sobre la posible contracción de la actividad económica de Japón y cómo eso puede afectar a todo el sureste asiático y al resto del planeta, sino también las implicaciones en la política energética futura y el patrón de inversiones en ese sector. Y empezamos a ver que las necesidades de reconstrucción de Japón a lo mejor también generan nueva demanda de materias primas, y recién estamos procesando cómo interactuará este posible segundo efecto sobre los precios y la economía global...".

"La región debe elevar el crecimiento tendencial del 4% al 6%"

¿Y la subida del precio del petróleo derivada del incremento de la demanda y agravada por la tensión en Oriente Próximo? Para Augusto de la Torre -que considera necesario un acuerdo en México para lograr inversiones en el sector energético que pongan al país en el marco de otros como Brasil, Colombia y Perú- todo aquello que contribuya a mantener altos los precios de las materias primas es una realidad con más de una cara: "En un sentido nos complica y en otro nos favorece. La medalla tiene dos lados. Desde un punto de vista neto, macroeconómico, la elevación de los precios de las materias primas para América Latina tiende a tener un efecto positivo, porque nuestros términos de intercambio mejoran y eso quiere decir que el poder adquisitivo de nuestras economías crece. Y, por tanto, hay espacio para un mayor consumo y mayores gastos en los hogares, en las empresas, en el Estado... Pero cada vez que hay una elevación de este tipo de precios en bienes muy sensibles, como combustibles o cereales, los efectos redistributivos en los países son complicados y pueden golpear duramente a distintas partes de la población. La elevación del precio de los cereales, por ejemplo, podría redundar en grandes ventajas para los agricultores en Brasil o Colombia, si es que esa subida se traslada a sus ingresos. Pero aquellos que viven en las ciudades pueden sufrir golpes muy fuertes en su consumo, en su nivel de vida; el Banco Mundial tiene muchos estudios sobre estas derivaciones y sobre cómo pueden generar problemas en partes de la población. Problemas con consecuencias permanentes, como la desnutrición y otros. Nada tiene un efecto único".

De la Torre ha aportado reflexiones y datos abundantes sobre América Latina como región que sale fortalecida de la crisis. ¿Tan bien le ha ido a la región como para dar ahora lecciones, como para que, por ejemplo, la rica Europa en crisis tome nota? "Yo creo que sí, que la región puede servir de aprendizaje para los países ricos. Ha habido muchísima experiencia dolorosa en el manejo de crisis financieras y sus secuelas: el intento de amortiguar la implosión del sistema financiero que lleva a aumentar la deuda pública, las intervenciones del Estado, los problemas fiscales... Hemos tenido terribles problemas, en algunos casos los hemos evitado y, en algún sentido, esta experiencia dolorosa puede servir como punto de referencia".

Sin querer obviar la buena noticia de que "los bancos centrales de Brasil, Chile, Perú y México ya no le piden ningún favor a los bancos centrales del primer mundo", ¿cómo evitar la complacencia por haber capeado bien el temporal? De la Torre llama la atención sobre la necesidad de entender que "parte de lo que está pasando ahora proviene de la buena suerte". Es decir, "tampoco nos demos demasiadas autofelicitaciones por haber hecho todas las cosas bien".

Se ha dirigido bien, añade, la política macroeconómica, en particular la financiera; se ha avanzado en la mejora de los marcos de regulación y supervisión, se han hecho reformas importantes para mejorar la calidad del crecimiento y se ha avanzado en la reducción de los índices de desigualdad y pobreza.

"Eso es cierto y, por otro lado, hemos tenido buena suerte: nos ha ayudado la situación internacional de altos precios de las materias primas. Pero ahora necesitamos manejar bien esta transición de las consiguientes fuertes entradas de capital, de manera que nuestras monedas no se sobreaprecien y de manera que nuestra política fiscal no se expanda más de lo necesario y pueda ayudar a manejar esta coyuntura. En particular, necesitamos tener unas políticas bastante bien armadas para saber ahorrar en esta bonanza. Sin el ahorro asociado a la bonanza de las materias primas va a ser muy difícil liberar las inversiones que vamos a necesitar para un crecimiento tendencial, un crecimiento a largo plazo más alto".

Algunas previsiones estiman que el crecimiento de América Latina para 2011 estará entre el 4% y el 5%. ¿De qué estamos hablando con el largo plazo?

"La región necesita elevar su crecimiento tendencial del promedio, que es ahora en la región como de un 4%, a por lo menos un 6%. Son dos o tres puntos adicionales de crecimiento a largo plazo; no de crecimiento cíclico, porque la pregunta, para la región, es cómo transformar este crecimiento cíclico en crecimiento a largo plazo. Eso requiere destrabar los límites de velocidad estructurales que tenemos. Por el lado de los problemas en infraestructuras, en capital humano, de cómo nos organizamos, de cómo organizamos los mercados, del ambiente que hay para que los altos inversores puedan elegir dónde invierten de manera más eficaz... Todas estas cosas que son, como le digo, nuestros límites de velocidad estructurales. Y es donde habría que enfocar ahora el esfuerzo. Los ingresos que propicia el alza de las materias primas nos dan los recursos con los que podríamos atacar esos problemas, si sabemos aprovecharlos bien".

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