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Columna
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Del rapto al rescate

Xavier Vidal-Folch

El rapto de Europa dura ya casi 15 meses. Raptores, los mercados de deuda soberana, las agencias descalificadoras, la lentitud en tomar decisiones. El rapto deriva en angustiosa amenaza de suspensión de pagos de un Estado y el consecuente terremoto continuo bajo el euro.

Pero el rescate está casi al caer, al empezar la primavera: "era del año la estación florida, en que el mentido robador de Europa...", que escribía Góngora. Si ningún detalle idiota lo trunca, la cumbre del 24 y 25 de marzo sellará la refundación de la Unión, el paquete de gobernanza económica más trascendental desde la creación de la moneda única.

De hecho, la cumbre de los 17 países de la eurozona ya pespunteó la solución en la madrugada del sábado. Contra los malos augurios y en línea con lo apuntado aquí el día 3: un gran pacto en el que todos queden satisfechos.

Si un detalle idiota no lo trunca, los mecanismos para salvar y refundar el euro están al alcance

Todos: los que reclaman con razón un mayor y mejor fondo de rescate (sobre todo, pero no sólo, sureños), y los que exigen en contrapartida más rigor y ortodoxia presupuestaria. O sea, más Pacto de Estabilidad con sanciones reforzadas y el nuevo Pacto del Euro (antes, de Competitividad) con herramientas como una aproximación en el impuesto de sociedades, como cuenta la crónica de Bruselas.

El esquema de ese gran contubernio quedó escrito el sábado. Todas las discusiones desde entonces versan sobre sus detalles: ojo, que en ellos habita el diablo.

¿Por qué no han repicado mil veces las campanas tras ese éxito? Porque se produjo a la peor hora, al alba, fuera de focos. Y lo tapó la tragedia japonesa. Pero siempre pasa con los asuntos europeos, esas sordinas, esas agonías, ese síndrome de Sísifo: la mínima armonización de la fiscalidad sobre el ahorro tardó ¡14 años! Esos reiterados fracasos, tantos como los pasos requeridos para forjar una decisión (que los periodistas, afanosos, declinamos) antes del éxito final, solitario, cuando ya todos lo han descontado y sestean, exhaustos o aburridos.

Pero el éxito se palpa. El fondo de rescate, que será mayor: 440.000 millones de euros efectivos el interino (hasta 2013) y 500.000 el definitivo, como se pedía. Y será más flexible. Dará, como hizo con Irlanda, "asistencia financiera", que "adoptará la forma de préstamos". Pero también podrá, "como excepción" comprar deuda de un Estado en apuros "en el mercado primario", en la ventanilla de emisión. Lo que se pedía, lo que Berlín negaba. Sería un equivalente a los eurobonos, por la puerta de servicio.

A cambio, el Pacto del Euro, algo diluido, y muchas más medidas de rigor.

Antes de cantar victoria definitiva, atención a la letra pequeña en curso de escribirse. ¿Se comprará deuda a todos los países en apuros? ¿O solo a los casi desahuciados? ¿Cómo se repartirá el rellenado de las alforjas del fondo de rescate? ¿Con avales como hasta ahora? ¿O se exigirá a los débiles, con menor calificación, inyecciones dinerarias efectivas?

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