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Columna
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Creyentes

Decía Martin Amis en este periódico que esperábamos que la religión desapareciera, pero que no se ha ido. Lo esencial no estaría en lo que se cree o de deja de creer, sino en la atracción humana hacia la religión, algo incurable. Se le intuye cierto fatalismo irritado al formular esta conclusión, y la verdad es que considerar incurable nuestra predisposición religiosa viene a ser como suponerla consustancial a la naturaleza humana. Se han discutido las ventajas evolutivas de las creencias religiosas para configurarnos como somos, pero que se nos hayan convertido en insuperables sólo puede resultar fastidioso para quien seguramente las considera un cúmulo de prejuicios. La atracción hacia la religión sobreviviría inmune a las evidencias, o las sospechas, del conocimiento racional, pero, si es tan universal e inamovible como piensa Amis, tendríamos que preguntarnos en qué se sostiene, qué aspectos de la naturaleza humana la reclaman.

En La conciencia de Zeno, la novela de Italo Svevo, su protagonista afirma que "la religión verdadera es precisamente la que no hay que profesar en alta voz para recibir el consuelo del que a veces - raras veces- no se puede prescindir". Es una conclusión a la que llega tras manifestar que delante de todo el mundo seguía riéndose de todas las prácticas religiosas, mientras que en la intimidad...cada día encomendaba a alguien el alma de su padre con fervor. Gracias a la religión hacía las paces con su progenitor y superaba el remordimiento que le produjo su muerte. Resulta difícil arreglar las cuentas con quien es ya sólo polvo y lo será eternamente. La religión le ofrecía a Zeno el interlocutor necesario para su consuelo. Nuestro personal equilibrio nos exige a veces creer en lo que nos resulta imposible creer, y es con nuestra fragilidad con la que la religión juega con ventaja.

¿Tiene algo que ver esa necesidad de consuelo de la que habla Zeno con el bienestar humano que San Harris, en The Moral Landscape, considera imprescindible para nuestro progreso moral, para el que la religión sería un obstáculo? Harris en su libro trata de borrar la distinción clásica entre hecho y valor, y se propone el objetivo de introducir el debate de que la verdad moral puede ser entendida en el contexto de la ciencia. Las cuestiones sobre los valores, argumenta, son realmente cuestiones sobre el bienestar de las criaturas conscientes, lo que las transforma en hechos que pueden ser comprendidos científicamente. La religión llega a equipararla con la locura. Y considera que por culpa de la religión - "ese gran mecanismo de ignorancia y fanatismo"- las sociedades más poderosas de la tierra pierden el tiempo debatiendo temas como el matrimonio homosexual cuando deberían centrarse en problemas como el de la proliferación nuclear, el genocidio, la seguridad energética, el cambio climático, la pobreza y el fracaso escolar. Tal vez tenga razón, pero me da la impresión de que Zeno no quedaría convencido del todo.

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