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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Trabajar por una democracia real

No es la primera vez en la historia de los pueblos, ni será la última, en que los ciudadanos deciden reivindicar y conquistar su condición de protagonistas en la gestión de los asuntos públicos y en la provocación de cambios en la situación económica, política y social de su país. Este es el caso que estamos actualmente viviendo en Túnez, Egipto, Libia y Yemen, países a los que probablemente se sumarán en breve otros, tanto de la cuenca mediterránea como de África y Asia.

La gente que ahora se ha levantado contra su Gobierno para reivindicar libertad, justicia, trabajo, honradez, transparencia y, en general, democracia, vuelve a mostrar el camino a seguir, no solo para aquellos países que han estado, o actualmente están, sometidos a regímenes dictatoriales o seudodemocráticos, sino para aquellos que sufren un régimen democrático deteriorado o simplemente formal.

Las sociedades vivas, al igual que las personas a título individual, tienen unas necesidades que, de acuerdo con Maslow, están organizadas según un orden jerárquico: a medida que se satisfacen las más básicas se ponen de manifiesto otras que ocupan posiciones más elevadas en su famosa pirámide.

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En aquellos países donde la democracia ya ha sido implantada, e incluso lleva funcionando muchos años, no siempre responde a necesidades de la ciudadanía que están a un nivel superior al de la mera existencia de tal régimen. Tales necesidades exigen que este funcione bien y considere que el destino de todas sus actuaciones es el ciudadano, para cuyas necesidades los poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial son meros servidores.

El pueblo español debe manifestarse activa y claramente para exigir lo que es necesario: una democracia real; y, esto, independientemente de sus simpatías políticas, ya que todos los partidos son responsables del daño causado a nuestro sistema político, unos por acción y otros por omisión; todos por interés.

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