Los vecinos de la Cañada Real protestan por los derribos
Los furgones de la policía cruzaban al ralentí la carretera del vertedero. Detrás, decenas de vecinos gritaban: "Somos humanos, no animales". En la puerta de una cochera, dos treintañeros que fumaban heroína miraban con curiosidad a los manifestantes.
Los vecinos de la Cañada Real Galiana se echaron ayer a la calle para protestar por los derribos de sus viviendas ilegales, programados para las próximas semanas. La protesta partió de una mezquita situada camino al vertedero, recorrió a pie la carretera principal, repleta de vendedores y consumidores de droga, y desembocó en un terraplén situado al lado de la carretera de Valencia, donde viven decenas de familias trabajadoras que no quieren que derriben su hogar. Las organizaciones que asisten a los vecinos leyeron un comunicado ante la casa del tangerino Abdul, el primer habitante de la zona que vio cómo una excavadora tiraba su casa por orden judicial. A la semana siguiente, con ayuda de toda la comunidad, se volvió a levantar en el mismo solar. "Aquí vive mucha gente trabajadora que no quiere quedarse sin casa. Son pocos los que se dedican a la droga", declaró ayer Abdul.
El tiempo corre en su contra. Faltan dos semanas para que se apruebe la ley que regula el futuro de la vía pecuaria y, por tanto, el destino incierto de sus habitantes. Se calcula que viven unas 40.000 personas en el lugar. El Ayuntamiento de Madrid ha puesto fecha de caducidad a las 300 viviendas del sector IV. Los vecinos buscan una solución. "Nos gustaría participar en la toma de decisiones que se tomen sobre nuestro futuro y poder solucionar el problema. No queremos quedarnos sin techo", se lee en un comunicado que se distribuyó entre los asistentes.
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