El humo y la imaginación
Aplicar con rigor la nueva ley contra el tabaco exige un importante esfuerzo de imaginación. ¿Qué sería de Casablanca sin esas bocanadas de humo atormentadas de Humphrey Bogart y cómo sustituir ese juego sensual de darle fuego a Lauren Bacall en Tener o no tener? La estricta aplicación de la ley obligaría a los espectadores del musical Hair, Love & Rock Music a realizar un esfuerzo añadido de imaginación para comprender en toda su dimensión por qué esos hippies del escenario muestran esa tendencia a dejarse llevar por la aparente indolencia.
Los productores de la obra habían encontrado el mejor de los sucedáneos. Los actores y cantantes fuman cigarrillos de hierbas (maría luisa, albahaca y hojas de nogal) para reproducir aquellos ambientes pacifistas que flotaban entre el humo de la marihuana. A un espectador, sin embargo, no le pareció adecuado que el escenario se llenara de humo y denunció lo que según su criterio era una vulneración de la ley española que veta el tabaco en lugares públicos cerrados.
Si es cierto que los actores solo fuman hierbas compradas en el herbolario de la plaza Real de Barcelona, como ha declarado el director de producción de la obra, entonces la reacción de la Agencia de Salud Pública de Barcelona sorprende por partida doble. Por un lado, por la rapidez con la que ha actuado, y por otro, por enviar al teatro Apolo una dura advertencia a los responsables de la obra explicándoles la multa que les puede caer sin haber comprobado previamente que allí se fuma la sustancia prohibida; es decir, tabaco. ¿Y si así fuera? ¿Y si el protagonista recreara la figura de Bogart o la de Sherlock Holmes, tan amante de su pipa? ¿O de Monsieur Hulot, el también fumador empedernido de Mi tío, de Jacques Tati?
En Francia, cuya ley antitabaco tiene más años, ya han resuelto este dilema flexibilizando la ley; ciertamente, tras haber caído en ridículas exageraciones como la que quizá se perpetre en Barcelona. Nueva York y Londres aplican también excepciones a la norma en sus escenarios.
Es verdad que los espectadores pueden recurrir a la imaginación, pero también los legisladores podrían poner algo de su parte.
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