Defiende lo indefendible y llegarás a alcalde
El dióxido de nitrógeno seguía envenenando el aire, el humo de los coches nos buscaba el corazón y los ciudadanos respirábamos tibias y calaveras, así que el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, miró al cielo, tomó aire, se dirigió al centro del escenario, se quitó la chaqueta, se la puso al hombro y fingiendo la voz de Raphael, cantó: "Más dicha que dolor hay en el mundo / más flores en la tierra que rocas en el mar / hay mucho más azul que nubes negras, / y es mucha más la luz que la oscuridad. / Digan lo que digan, / digan lo que digan, / digan lo que digan los demás". Y tras esa grave declaración política, se montó en su coche eléctrico y se fue a una iglesia a pedirle a san Isidro que lloviese, como Dios manda. Para echarle más leña al ruego, de camino fue tarareando otra canción, en ese caso de El Último de la Fila: "Dios de la lluvia, apiádate de mí. / Dios de la lluvia, devuélveme el ayer".
Hacer política debería consistir en solucionar los problemas, no en barrerlos bajo la alfombra
La verdad es que uno ve al alcalde negando que haya contaminación en Madrid, jurando sobre siete biblias que no corremos el más mínimo peligro y afirmando que nuestro aire actual es el mejor de los últimos 10 años y que el problema no es atmosférico sino burocrático porque lo que ocurre es que la Unión Europea exagera al medir la polución, y no se preocupa tanto por este asunto en particular como por lo que significa, que es que nuestros gobernantes hace tiempo que han llegado a la conclusión de que hacer política es defender lo indefendible. Lo cual es un peligro, porque eso vale para negar que en Madrid haya una contaminación intolerable y para cargarle los atentados del 11-M a la ETA, por irnos de un extremo al otro.
Hacer política debería de consistir en solucionar los problemas, no en barrerlos bajo la alfombra ni en apuntárselos a otro en la cuenta, pero eso es lo que hacen. Si tienes una deuda de más 7.000 millones, como la tiene el Ayuntamiento de Madrid, la culpa es del Gobierno por no dejarte refinanciarla, y así mientras te quejas de eso no tienes que contar cómo has llegado a esa situación de morosidad. Y si la atmósfera se ennegrece tanto que respirar se convierte en un peligro para la salud, en lugar de parar el tráfico arrancas la retórica diciendo que "de los seis parámetros de evaluación que establece la Unión Europea el único que no cumplimos es el que afecta al dióxido de nitrógeno", o sea, el más dañino, y después acusas de alarmistas a las antenas que miden la polución. Es decir, que esta gente llega tarde y en lugar de pedir disculpas le echan la culpa al reloj. Es un modo de entender la política que a Juan Urbano y a mí nos deprime profundamente. Seguro que a ustedes también.
Eso sí, sin llegar hasta Trillo, que salió por la tele a tranquilizar a la población acerca de una supuesta epidemia de meningitis y del estudio se fue directamente al médico a vacunar a sus hijos, Ruiz-Gallardón ha afirmado en la cadena SER que "el aire no está en unos índices peligrosos, pero dados los niveles de exigencia europeos, sería mejor que los ciudadanos utilicen el transporte público". Así que tranquilos: la situación es desesperada, pero no preocupante.
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