El islam y la democracia
Ante quienes recurren a la islamofobia para restar simpatías a las revoluciones democráticas del mundo árabe, querría insistir en una serie de obviedades a menudo olvidadas: que el islam y la democracia son perfectamente compatibles, como lo prueban los 400 millones de musulmanes que se organizan en sistemas democráticos. Que la democracia cristiana es tan legítima como la democracia musulmana que gobierna Turquía o Indonesia. Que los opositores Hermanos Musulmanes de Egipto y Ennahda de Túnez hace décadas que luchan contra la dictadura y el terrorismo para lograr la democracia. Que el pueblo egipcio y tunecino -musulmán o no- merece vivir en democracia, aún más cuando se la han ganado a pulso y sin esperar que el dictador muera en la cama. Que la paz entre los pueblos se construye entre demócratas, nunca con dictadores financiados y sostenidos por otros países.
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