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Ola de cambio en el mundo árabe | Los dictadores

La protesta a favor de la democracia se extiende a Jordania, Siria y Arabia Saudí

Ana Carbajosa

La paciencia tiene un límite, incluso en el mundo árabe. Al menos eso es lo que se desprende de la sucesión de protestas que irrumpen paulatinamente en los países de la zona, después de que el clamor popular tomara las calles de Egipto. Siria, Jordania y Arabia Saudí son algunos de los países que figuran en una lista de países afectados por la onda expansiva desatada por los jóvenes egipcios y tunecinos.

Cuál será la próxima ficha víctima del efecto dominó o qué régimen o dinastía acabará por caer son las grandes preguntas omnipresentes estos días en las calles del mundo árabe. Mientras, la Red también se contagia del entusiasmo revolucionario.

En Ammán, la capital jordana, unas 3.000 personas se manifestaron para pedir elecciones libres y la bajada del precio de los alimentos básicos. Lo hicieron a la salida de la oración del viernes, convocados por el brazo político de los Hermanos Musulmanes jordano. El rey Abdalá II había pedido a los parlamentarios el día anterior "apertura y franqueza y diálogo sobre todas las cuestiones para fortalecer la confianza entre el pueblo y las instituciones estatales", según un comunicado de palacio recogido por la agencia Reuters.

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En la ciudad saudí de Yeda, decenas de personas fueron detenidas durante una concentración convocada por mensajes de móvil. Los manifestantes protestaban por la falta de inversión en infraestructuras, como han dejado patentes los destrozos causados por las últimas lluvias torrenciales, según la misma agencia de noticias. Y en Siria, otro de los países árabes gobernados con puño de hierro, está prevista la celebración de una manifestación a finales de la semana próxima.

En Líbano sin embargo, la histórica lucha intersectaria hace que no figure de momento entre los países árabes susceptibles de seguir la estela de Túnez y de Egipto, según sostuvieron diversos analistas consultados. El abismo que separa a buena parte de las 18 sectas oficiales libanesas, impide que formen frente común para protestar juntos en contra de nada.

Millones de desposeídos en todo el mundo árabe han podido seguir en directo el acontecimiento histórico que supone la salida a la calle de miles de personas en un país como Egipto, en el que rige la ley de emergencia desde hace décadas. Al Yazira, la televisión catarí, dedicó ayer su programación casi en exclusiva a mostrar planos de las calles de El Cairo. De los grupos de manifestantes huyendo despavoridos ante el avance de los vehículos policiales, del lanzamiento de piedras contra las fuerzas de seguridad y en general de la evolución minuto a minuto de las protestas.

En Internet, páginas de Facebook como la del movimiento juvenil 6 de abril, uno de los grupos impulsores de las protestas en Egipto, contaban sus seguidores por decenas de miles y acumulaban cientos de comentarios que dejaron de aparecer después de que el Gobierno egipcio restringiera el acceso a la Red. "Mañana revolución y libertad", colgó el movimiento antes del apagón. Los seguidores colgaban frases de aliento en árabe desde distintos países. "Yo ayer me apunté a su página de Facebook y he empezado a seguirles en Twitter", explicaba un joven beirutí.

Otras páginas de Facebook, como la de un grupo de jóvenes palestinos que promueven el cambio político en Gaza, se llenaban de mensajes animándoles a emular a los egipcios. "Ahora le toca a Gaza empezar la revolución juvenil. Egipto no es mejor que nosotros", dejaba colgado un internauta en el muro. "La gente está harta de regímenes corruptos y hereditarios", indica Bilal Daqmaq, un conocido clérigo salafista libanés. "Túnez, Marruecos o Siria tendrán que caer tarde o temprano y entonces Occidente se dará cuenta de que los regímenes que había apoyado ahora son inservibles".

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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