La vida en un tiro
El cambio en el saque pone en peligro el juego de Nadal, que sufrió para ganar a Tomic
"El saque es más fuerte, en cierto sentido mejor, pero me preocupa que se enamore de la velocidad: siempre fue eficaz con otras cosas", dice Todd Martin, ex número cuatro del juego de Rafael Nadal. En la tercera ronda del Abierto de Australia canta el público en honor del ídolo local, Bernard Tomic: "He hits to the left / He hits to the right / Bernard Tomic / He's going to win tonight. (La pega a la izquierda / La pega a la derecha / Bernard Tomic / va a ganar esta noche)". Se agitan las banderas, y cuando Rafael Nadal termina de sudar (6-2, 7-5 y 6-3 tras ir perdiendo 4-0 la segunda manga), aún resuenan las palabras de Martin, que le hablan de la ofuscación ocasional ante los brillos de las velocidades supersónicas (207 km/h de máxima ayer) con un pobre 58% de primeros; que le previenen contra la posibilidad de que olvide el cómo de sus victorias, las razones de sus éxitos, que él, siempre, se hizo fuerte al servicio a partir del segundo golpe, el primero tras el saque, con el que marca el ritmo. "Es mi tiro más importante", admite el español. Un tiro en peligro.
Llegó a 207 km/h en el servicio, pero con un pobre 58% de primeros saques
"Con su nuevo saque, Nadal acaba el movimiento más dentro de la pista y sin equilibrio", explica Doug Eng, del Comité de Ciencia Deportiva de la Federación estadounidense. "Con su anterior saque, en 2005, acababa cayendo entre 15 y 25 centímetros dentro de la pista, según mis estimaciones. Era más rápido que ahora en recuperar el equilibrio. En la final del Abierto de Estados Unidos 2010, su pie derecho acababa entre 20 y 35 centímetros dentro de la pista, y el pie izquierdo incluso más, casi un metro o más dentro".
Nadal juega en Australia bajo una triple amenaza: la gripe que sufrió antes del torneo le hace sudar en cantidades desproporcionadas ("Tiene un problema de temperatura, pero se hidrata bien", dicen desde el equipo del tenista, que asegura haber perdido dos kilos y medio durante el encuentro); tarda más que de costumbre en recuperarse de los esfuerzos ("sudo más de lo normal y me canso más de lo habitual"); y, creen los expertos, desde su triunfo en Nueva York, cuando estrenó una modificación en la empuñadura del saque, juega a pecho descubierto. A más velocidad de su servicio, mayor la del resto del contrario (si llega). A mayor rapidez de la pelota, menos capacidad de respuesta (si la hay). Y a mayor número de revoluciones, menos tiempo para prepararse, más para comerse, dicen los tenistas, la pelota. De ahí, como mostró el número 199, que a sus 18 años mezcló ritmos y alturas, el problema.
"Rafael no es un tío que tenga un gran saque", dice Toni Nadal, entrenador del número uno. "De toda la vida, ha basado su juego en sacar a medias y desde allí empezar él la jugada, normalmente con el drive, a ver si puede coger la iniciativa", continúa. "Eso depende del primer tiro. Si no, ya todo se complica. Si el otro es diestro, lanza ese primer tiro contra el revés, porque allí es donde hace más daño", añade. "Hubo una época, en 2007 y en 2008, que se decidió a sacar un pelín más fuerte. Como no acabábamos de hacer daño con el saque, la siguiente pelota venía más rápida. Entonces, la jugada iba más de pam-pam-pam-pam, cuando a Rafael le gusta con un ritmo más bajo. Esto se ha superado un poco, porque saca mejor".
"Cae más dentro", coincide Eng; "y con menos equilibrio que antes, pero eso le da una pequeña ventaja mental, la de estar ya por delante de la línea de fondo, la de estar jugando al ataque. Su rapidez y juego de pies es de los mejores, así que se prepara muy rápidamente y tiene tiempo de retroceder".
Sin retroceder, firme frente al peligro, Nadal se enfrenta a rivales disfrazados bajo todo tipo de pieles. Unos son tejedores de telas de araña, como Tomic -"es de esos tenistas que te hacen jugar mal"-. Otros, pegadores violentos: en octavos, el croata Cilic. "Tengo que cambiar algunas cosas, como la posición en la pista, si quiero tener opciones de ganar. He perdido el ritmo del saque", reconoció el número uno tras el partido. Cuidado con el gigante.
Tercera ronda. Hombres. M. Cilic (Cro.)-J. Isner (EE UU), 4-6, 6-2, 6-7 (5), 7-6 (2) y 9-7. A. Murray (R. U.)-G. García López, 6-1, 6-1 y 6-2. Mujeres. K. Clijsters (Bél)-A. Cornet (Fra.), 7-6 (3) y 6-3.
Récord de españoles en octavos
Feliciano López y el argentino Juan Mónaco vieron cómo el juez de silla y el supervisor del torneo saltaban a la pista, temiendo que llegaran a las manos con los indios Paes y Bhupathi, sus verdugos por 7-6 (2) y 6-4. "Solo hablábamos amistosamente", dijeron luego los hispanos, tras considerarse provocados por los gritos de los rivales ("¡Vamos!", celebraban en castellano), a los que respondieron, según la pareja india, intentando golpearles con sus saques.
El croata Marin Cilic, próximo rival de Rafael Nadal, necesitó 4h 33m de gritos y pelotazos, entusiasmado el público, para ganar por 4-6, 6-2, 6-7 (5), 7-6 (2) y 9-7 al estadounidense John Isner, abonado a los maratones tras su épica victoria en Wimbledon contra el francés Mahut. Y los españoles, a la chita callando, plantaron cinco representantes en octavos y batieron su récord en Australia.
Hasta la cuarta ronda llegaron Tommy Robredo, Nicolás Almagro y Fernando Verdasco, que esta madrugada jugaron contra el suizo Roger Federer, el serbio Novak Djokovic y el checo Tomas Berdych, respectivamente. Allí, mañana, competirán Nadal y Ferrer, que venció 6-2, 6-2 y 6-1 al lituano Barankis, contra Marian Cilic y el canadiense Milos Raonic, al que entrena el español Galo Blanco. Son cinco tenistas españoles olfateando los cuartos. No es una cifra cualquiera: el récord absoluto está en los seis en octavos de Roland Garros 1998.
¿Qué se puede esperar del sacador Raonic, la sorpresa del torneo? "Todo", contesta Blanco, contratado por la federación canadiense, como Fernando Vicente. "Estoy orgulloso de su trabajo. Es muy maduro. Sigue estudiando finanzas... Creo mucho en él".
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