Purgatorio de Madrid
Todos los vecinos de Madrid saben lo que es el purgatorio. Incluso muchos de ellos conocen el infierno, la gloria y el limbo, como sucede en todo el mundo. Ahora viene el Padre Santo y pontifica que el purgatorio físico no existe como lugar sino que es "un fuego interior de purifica el alma del pecado". Con lo cual el Papa ha solventado de una vez por todas lo que ya sabíamos hace siglos: toda la humanidad vive en perpetuo purgatorio, porque todo el mundo tiene de por vida algún tipo de "fuego interior". Que se lo pregunten a santa Teresa, a Barak Obama o a Cristiano Ronaldo. Los existencialistas tenían razón, aunque algunos exageraron bastante. A los estoicos y a los cínicos les pasaba lo mismo.
Los purgatorios de Madrid son muy conocidos por todos. Podemos empezar por el suelo y el aire ambiental, que están pidiendo a gritos una radical transformación en el sector del automóvil y las máquinas en general. Los índices de contaminación en pleno centro y en las vías principales son alarmantes. Todos somos fumadores pasivos de sustancias mucho más nocivas que todo lo que lleva en sí un cigarrillo. Y conste que estoy a favor de la ley antitabaco, aunque me jorobe una temporada. Luego se acostumbra uno a lo que sea.
El ruido también es fino y nos está volviendo la cabeza tarumba. El silencio es una palabra desconocida en la capital. A veces el ruido no es purgatorio sino infierno. Y las basuras que nos rondan en cada esquina, y las hojas muertas sesteando a su bola en el suelo. Y los socavones esquivos que pueden acabar contigo en urgencias.
Ayer estuve en La Gloria, un pequeño bar-restaurante de Prosperidad donde seguramente ponen la mejor comida del barrio. Por lo demás, los que mejor se lo pasan en Madrid, Padre Santo, los que están en el limbo.
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