Sin noticias de ETA
El tiempo acucia y sigue sin producirse la única noticia de ETA a partir de la cual cabría explorar la posibilidad de que algunas formaciones abertzales afines concurrieran a las elecciones municipales del 22 de mayo. Porque la declaración conocida ayer lunes a mediodía no pasa de ser un fuego fatuo, un brindis a Brian Currin, que podrá así pasar al cobro una nueva factura por sus vanos servicios a instancia de parte. Enseguida han llegado en tromba las reacciones del Gobierno, del lehendakari, del PSOE, del PSE, del PP de Génova y del PP del País Vasco y de todo el resto del coro de formaciones políticas del arco parlamentario y de los medios abertzales. Es su estricta responsabilidad. Por eso, las líneas que siguen se limitarán a un comentario sobre el invariante escenográfico y a un análisis lingüístico comparado con la declaración anterior del 5 de septiembre pasado (véase la columna ETA tiene quien le escriba, publicada en el diario EL PAÍS del 7 de septiembre).
"La única prueba válida de que alguien controla ETA es que sea capaz de disolverla en orden"
Se esperaba una declaración y entre sus novedades algunos apostaban por un cambio de decorado. Esperanza fallida, porque se ha preferido la misma mesa, el mismo tapete, los mismos siniestros anagramas, las mismas capuchas, coronadas con las mismas chapelas, el mismo fondo, las mismas banderas en los extremos. Sólo ha cambiado la locución, encomendada esta vez a un varón en lugar de a una mujer, en aras de cumplir la paridad de género. Otra diferencia significativa es que el 5 de septiembre la BBC se prestaba a emitir el vídeo en su integridad, mientras que ahora la difusión, sin semejante privilegio, quedaba relegada a la página web de Gara, el diario de obediencia abertzale. En cuanto a los idiomas, de la declaración anterior se decía que la versión al castellano había sido realizada en la redacción del citado diario. Claro que el uso que allí se hacía, por primera vez, del subjuntivo, el abuso del gerundio y otros detalles permitían a los analistas cuestionar el orden de generación de los textos y sugerían que el primero en redactarse habría sido el castellano. De la nueva declaración se dice que ha sido redactada en tres idiomas (vascuence, español e inglés), sin establecer prelación alguna, y que ha sido grabada en vídeo en los dos primeros, es decir con desventaja para los nativos euskaldunes monolingües.
La declaración de septiembre tenía un aroma de conmemoración del cincuentenario e intentaba un relato que diera sentido al itinerario de asesinatos, para alivio de quienes pensaban haber prestado un servicio honorable cuando obedecían y actuaban como matarifes. Un lector no avisado hubiera podido concluir que en esos 50 años sobre los inocentes y esforzados luchadores de la causa recaían los únicos costes a computar en forma de "tortura, prisión, exilio e incluso muerte". Todo habría valido la pena porque la lucha habría sembrado nuevas condiciones políticas que enrabietaban al adversario incitándole a las ofensivas fascistas, que eran lo suyo. Luego venía un reconocimiento de que el cambio político era posible, pero que en ese camino no hay atajos, confesión interesante por su coincidencia textual con el dictum de José María Aznar. A esta ceremonia de la confusión se invitaba también a la "comunidad internacional", mientras se indicaba que "ETA hace saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas". Toda una manera de hacer pasar por decisión propia lo que era resultado de la voluntad y aciertos ajenos.
La declaración de enero abandona la retórica y prefiere la concisión. Viene a ser un tercio de la precedente. Elimina la ferocidad de las expresiones que la declaración de septiembre dedicaba a sus antagonistas españoles. Sólo hace una mención a la vulneración de derechos, al abandono de las medidas represivas y a la negación de Euskadi, actitud en la que incluye por igual -y esto es una novedad relevante- a las autoridades de España y Francia. Al final, con el aire cansino de un auto judicial, tras una particular exposición de motivos indica que "Por consiguiente" Eta ha decidido declarar un alto el fuego permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacional. Y añade que "Este es el compromiso firme de Eta con un proceso de solución definitivo y con el final de la confrontación armada". Todo un inútil regreso a la terminología militar, tan querida por los etarras y tan desfasada del actual momento. ¿Controla ETA sus dispersos efectivos? Pues que les ordene entregar sus armas y las que hayan almacenado en reserva. La única prueba válida de que alguien controla ETA es que sea capaz de disolverla en orden.
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