Lanbide inicia el camino
Me decía hace unas semanas un responsable de Biodonostia que hasta hace apenas tres años secuenciar el genoma de una persona concreta costaba 60.000 euros, que hoy apenas cuesta 6.000 y que se espera que dentro de tres años cueste unos 600 euros. Entonces esa nueva técnica médica de fabuloso potencial estará a disposición teórica de miles de pacientes de Osakidetza , lo que redundará en la salud de todos. Pero para que ese servicio se pueda ofertar es necesario contratar muchos bio-informáticos y de eso no tenemos en el país. Lo que sí tenemos es muchos informáticos y biólogos en paro o trabajando como mileuristas en empleos que nada tienen que ver con su título.
Es un ejemplo de la gran diferencia que hay entre lo que demanda el mercado y la preparación profesional que damos a nuestros jóvenes. Y esa labor de formación no es tan solo tarea del sistema educativo, sino que también forma parte de lo que se llama sistema de políticas activas de empleo, que en nuestro país se ha venido desarrollando por duplicado, y con poca eficacia en la mayoría de las opiniones, tanto por el antiguo INEM (dependiente del estado y con mas de 400 trabajadores) como por Lanbide (dependiente del Gobierno vasco y con algo mas de 70 trabajadores).
En época de crisis es todavía más necesario reciclar laboralmente a los parados
En períodos de crisis es todavía mucho más necesario reciclar profesionalmente a los parados, pues hay muchos sectores sobredimensionados y que nunca van a volver crear empleo neto (construcción, hostelería...). Por el contrario, se necesita personal con nuevas habilidades para los sectores emergentes, como el de biomedicina al que me refería al principio. Ciertamente el INEM y Lanbide se han gastado hasta el momento mucho dinero en formación, pero en muchas ocasiones se han dado cursillos por cumplir con la obligación, pero no porque hubiera detrás empresas que requirieran en concreto ese perfil de trabajadores.
La novedad en esta materia es que a partir del 1 de enero, y tras haberse conseguido la transferencia del INEM, se ha creado un nuevo Lanbide que subsume las funciones y el personal del antiguo INEM y del antiguo Lanbide. El organismo cambia, ¿pero cambiara el funcionamiento práctico y su eficacia a la hora de reciclar trabajadores en paro?.
De entrada lo que sí va a cambiar es el salario de los algo más de 400 empleados del antiguo INEM, que verán subir el suyo en un más que considerable 25% por hacer el mismo trabajo que venían haciendo hasta ahora. La broma tiene su origen en la tendencia histórica del Gobierno vasco de crear continuas sociedades públicas, aunque sea a costa de duplicar organismos ya existentes. Así, se creó ya hace 16 años una especie de mini-inem vasco, al que se llamó Lanbide, y que venía a ser un clon del INEM estatal, con sus mismos defectos. Ahora, fusionados ambos organismos en uno solo, los sueldos de los dos organismos preexistentes se equiparan "por arriba", como suele ser costumbre local. Porque aquí hay "crisis" y no se puede dar dinero a los parados que se quedan sin subsidios, pero para otras cosas sí que hay dinero.
Sin embargo hay dos factores que pueden hacen concebir alguna esperanza de que las cosas cambien en esto de la formación de los parados. Por un lado, el hecho de que en el nuevo Lanbide el órgano de administración no esté en manos exclusivas del partido político de turno, como ocurría hasta ahora en el INEM o en el viejo Lanbide, sino que se ha aprobado que el nuevo Lanbide esté gobernado por un órgano tripartito que represente paritariamente a la administración, a los empresarios y los sindicatos, lo que se debería hacer también en el sistema que gestiona las pensiones. El cambio en el órgano de administración puede ser importante porque empresarios y sindicatos son las piezas claves para conseguir diseñar un sistema de formación que se ajuste a las demandas reales presentes y futuras de las empresas y se ha demostrado que cuando estas instituciones están en manos de los políticos, tal ajuste entre necesidades y ofertas formativas no se produce
El segundo factor es que el nuevo Lanbide va a tener las responsabilidad de administrar la llamada Renta de Garantía de Ingresos (RGS) una ayuda que se da a casi 40.000 personas en el País Vasco y que oscila entre los 650 euros y los 923 euros mensuales, en función de las circunstancias del beneficiado, con un coste de 325 millones de euros anuales. Hasta ahora el derecho a la RGS se concede por las diputaciones pero la paga el Gobierno vasco. Esa diferencia entre quien paga y quien gestiona ha favorecido la "pasividad" del sistema, implantándose poco a poco la idea de que los que reciben la RGS son personas sin empleabilidad posible y que van a vivir permanentemente de las ayudas sin que por lo tanto se les exija buscar formación y empleo. Como vimos hace unas semanas, esa asimetría generó un fuerte conflicto entre Gobierno Vasco y Diputaciones a raíz de quitar la RGS a quien no estuviera inscrito en el INEM.
Pues bien, el nuevo Lanbide se va a encargar a partir de ahora de gestionar esas ayudas del RGS y, además, tiene el mandato de ligar esas ayudas a la política de formación profesional de esos perceptores del RGS, de manera que se consiga que esos perceptores de ayuda puedan volver al mercado de trabajo. Al fin y al cabo, Lanbide solo significa camino al trabajo.
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