Trabajando junto a su ídolo
Víctor Sánchez del Amo debuta ante el Madrid como nuevo ayudante de Míchel
El 25 de octubre de 1994, en el Wildparkstadium de Karlsruher, el Madrid disputaba el Trofeo de la Amistad. Al descanso, el entrenador, Jorge Valdano, anunció a uno de los canteranos que integraba la convocatoria que saltaría al campo en sustitución de Míchel. Aquel joven que se disponía a debutar con el primer equipo era Víctor Sánchez del Amo (Madrid, 1976) y el primero en animarle, su ídolo de toda la vida y eventual padrino que le brindó una irónica alternativa. "Estate tranquilo y juega al fútbol como tú sabes, pero no te pases que tengo una familia que mantener", le espetó Míchel para relajar su gesto responsabilizado.
Dieciséis años después de aquella anécdota, el ahora entrenador del Getafe volvía a convertirse en su valedor. "Recibí su llamada por sorpresa y estoy muy agradecido a Míchel y al club por la oportunidad que me han dado". El pasado martes, Víctor, que aprobó el curso de entrenador en la última promoción, comenzaba su andadura en los banquillos como segundo técnico del conjunto azulón tras la marcha de Juan Esnaider. "Es una decisión idónea. Siempre fue un chico sensato y sabrá interpretar su nuevo rol. Además, está en el lugar apropiado. El Getafe es un club que deja trabajar sin presión, con un proyecto sólido donde va a crecer como profesional", explica el seleccionador sub 21, Luis Milla, compañero de habitación de Víctor en 1996, que trabajó en el Getafe junto a Laudrup hace tres cursos.
"Se le ve entusiasmado, está casi para jugar", cuentan en el club. Y él lo refrenda en cada sesión. "Voy yo, voy yo", repite cada vez que un balón queda suelto en algún ejercicio aprovechando para rescatar sus centros de rosca desde la banda derecha.
En el Castilla le proclamaron, por porte, clase y condición, heredero natural de Míchel, un cartel que llevaba con orgullo. "Ha sido mi ídolo desde pequeñito, era un superclase, me fascinaba su técnica, sus centros, su inteligencia en el campo. Todo".
Víctor se convirtió en un asiduo de los entrenamientos especiales que Valdano programaba con la cantera en la temporada 94-95. Unos partidillos entre semana que supusieron el primer escaparate para Raúl, Guti, Álvaro y Sandro. Pero Víctor tardó un poco más en debutar oficialmente. Lo hizo la temporada siguiente, en un Madrid de entreguerras entrenado por Arsenio Iglesias. Fue un debut testimonial. Apenas diez minutos en el último encuentro del curso en La Romareda. Los únicos minutos que compartió sobre el césped con el 8. Su primer partido oficial con la zamarra blanca fue el último de Míchel en el Madrid.
Meses después, llegó para quedarse, enamoró a Capello, se convirtió en titular indiscutible y ganó su primera Liga. Con Heynckes conquistó la séptima antes de emigrar en busca de minutos. En el segundo Superdepor, con Irureta, asumió galones, logró otra Liga y alcanzó la internacionalidad. Tras una fugaz aventura en el Panathinaikos, las constantes lesiones musculares le empujaron a la retirada en 2008 cuando apuraba sus últimos centros en el Elche. Estudiante de empresariales y periodismo, coqueteó con los medios hasta que Míchel le eligió como mano derecha. "Estoy en una nube", cuenta.
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