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UNIVERSOS PARALELOS
Columna
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Lo descubrimos en 2010

Diego A. Manrique

Votando con el bolsillo. En noviembre, la posibilidad de descargar legalmente temas de The Beatles fue celebrada como si se tratara de música rescatada del olvido. Luego, Apple Inc. se mostró cicatera con los datos: solo supimos que, en la primera semana, se despacharon 450.000 álbumes completos y dos millones de canciones sueltas.

Las cifras son razonables -no, impresionantes- para tratarse de música que lleva más de medio siglo disponible en vinilo, casete o CD. Lo interesante está en la escueta clasificación de los más vendidos. En álbumes, triunfan los discos tardíos: Abbey Road (1969), el doble blanco (1968) y Sgt. Pepper's (1967). En canciones, también yendo de mayor a menor venta, más sorpresas: Here comes the sun, Let it be, In my life, Blackbird y Come together. George Harrison, que compuso Here comes the sun, estaría exultante: por una vez, superaba a sus arrogantes compañeros mayores.

Se recupera la España pop como territorio literario en delirantes series y textos sobre los yeyés

Cuando éramos yeyés. Lo sabemos todo sobre el swinging London de los Beatles, mientras que hay pocos textos sobre sus ecos en España. Ninguna sorpresa: los literatos españoles que vivieron los sesenta eran poco musicales y, básicamente, ajenos al pop. Asombra la cantidad de ilustres creadores convencidos de que el rock era simplemente "un baile".

Ahora, algunos valientes recuperan la España pop como territorio literario. Pienso en el agrio Soul man, de José María Mijangos (Lengua de Trapo). Y en el empeño amateur de Antonio Perales, que se autoedita (CityZen Music) una delirante serie protagonizada por Serapio Guitart. Dos volúmenes hasta ahora, Un yeyé en el franquismo y La amenaza yeyé, más cuidados en el exterior que en los textos. Ambientes y personajes parecen salidos del imaginario de los dibujantes de Bruguera pero se cruzan con The Kinks, Los Salvajes o un señorial Micky. Esperamos siguientes entregas, para averiguar si Serapio cederá al chantaje de la bella Anouk, que solo le otorgará sus favores si renuncia a los Beatles por The Who.

Mintiendo sin perder la sonrisa. En el gremio del periodismo musical, es sabido que los artistas británicos suelen ser duros de entrevistar mientras que los estadounidenses favorecen la labor. Otro asunto es que estos gringos tengan algo (sincero) que decir.

Me dejó estupefacto el cinismo de Jon Bon Jovi a la hora de promocionar su actual gira y su quinto recopilatorio, Greatest hits/Ultimate collection. Carlos Fresneda recogía sus justificaciones: "Otros grupos publican sus grandes éxitos como una concesión a la nostalgia, o para anunciar una reunión o una gira después de mucho tiempo. Nosotros lo hacemos por lealtad a nuestros fans. No podemos defraudarles; por eso les brindamos los himnos de siempre y cinco canciones nuevas que cierran el círculo hasta nuevo aviso".

Haciendo cola. Ya estamos en esa edad que te garantiza encontrarte con conocidos en tu ambulatorio. Una tarde coincido allí con Josele Santiago. El ex cabecilla de Los Enemigos, me cuenta, va bien de lo suyo y hojea una novela de Nabokov para amenizar la espera. Yo también me he traído un libro pero estoy demasiado nervioso para leer.

El mejor regalo. Resistencia distribuye el calendario del blues, que viene avalado por Robert Crumb. El correspondiente a 2011 ofrece una docena de hermosos anuncios de los años veinte y treinta, correspondientes a discos de 78 r.p.m. del sello Paramount; se pueden escuchar los picantes temas en el CD incluido, más otros seis blues rurales recuperados por coleccionistas tenaces. A pesar de tratarse de una música muy estudiada, todavía se descubren piezas que se creían perdidas durante la Segunda Guerra Mundial: el esfuerzo bélico exigía reciclar las placas de pizarra.... para elaborar la pintura verde olivo del U.S. Army.

Adolf Hitler odiaba el tabaco. Comienza el nuevo experimento de ingeniería social: la prohibición de fumar en lugares cerrados. Pesadilla para los organizadores de conciertos, que ya imaginan el bajón en taquillas y en las barras: muchos de los fumadores seguirán acudiendo pero se marcharán después del bis. Puede que ocurra como en Gran Bretaña: los viciosos salen a la puerta o a un patio interior para fumar y conversar. Allí los llaman artic junkies. Una especie en vía de extinción: el frío acaba con ellos. Aquí, será más rápido: estarán expuestos a las macetas que lancen los vecinos.

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