Recuerdo futuro del Chillida-Leku
Paseo de despedida por el museo que el escultor vasco ideó para que sus grandes esculturas de acero vivieran - El centro cerró sus puertas el 31
"El presente como el pasado, recuerdos del futuro" escribió Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) en una de aquellas anotaciones que hacía en fragmentos de papel, en márgenes de dibujos y bocetos o en hojas sueltas. Notas que escribía siempre con letra mayúscula. Hoy [por el viernes], como en su obra más conocida, El peine del viento, que consta de tres esculturas ancladas junto al mar en las faldas del monte Igeldo, el futuro es la escultura que está más alejada, la más inalcanzable, la que se oculta en días de niebla.
"La más cercana simboliza el presente, y la que queda a medio camino, el pasado", cuenta Ane, guía del Museo Chillida-Leku el mismo día del cierre del mismo. "Parece que las tres, futuro, presente y pasado, se quieran abrazar". Ane habla apasionadamente de la obra de Chillida. La primera vez que visitó la finca de Zabalaga se enamoró de tal manera del lugar que juró a sí misma que algún día trabajaría allí. Al cabo de no mucho tiempo, lo consiguió. "Hoy me quedo sin trabajo, pero intento tomarlo como una oportunidad; Eduardo decía que las cosas pasaban por algo, que cada cosa ocurría a su debido tiempo".
Obras de muchas toneladas parecen pequeñas dentro del paisaje
Chillida quería sacar fuera lo que había dentro del bloque de granito
"Soy de los que piensan que somos de algún sitio", sostenía el artista
Aunque las pensaba mucho, nunca sabía el resultado final de sus piezas
Me he desplazado a Hernani dos veces en diciembre, las dos por causas tristes. A principios de mes fue la muerte del gran poeta Xabier Lete la que me llevó allí; y ahora, la razón de mi viaje es por el cierre de Chillida-Leku. "Solo de noche están las cosas en su sitio" escribió Lete en uno de sus poemas más recientes. Cuando han abierto las puertas del museo por última vez parecía que también todas las cosas estaban en su sitio. Las esculturas de Chillida en plena armonía con el paisaje, y al fondo, en la cima de la colina, el caserío de Zabalaga. El último día del año ha amanecido inusualmente claro y templado, con viento sur. Ese viento sur que dibuja tan bien la geografía cantábrica.
La luz negra del Cantábrico, con la que tanto se identificaba Chillida, hacía brillar tímidamente la escultura de granito titulada Lo profundo es el aire, inspirada en un poema de Jorge Guillén. Es la primera que contemplamos junto a la guía. Me acompañan en la visita una pareja de Donosti, con sus tres hijas, y otra pareja de Barcelona. "Teníamos que venir antes del cierre, si no, no me lo perdonaría" dice la catalana. Ane pide a las niñas que toquen la escultura, que no tengan miedo, que las obras de Chillida son para tocarlas. Las niñas notan que la escultura es rugosa por fuera y muy suave por dentro. "Es como con las personas, que podemos ser distantes por fuera y dulces por dentro", dice la guía. A Chillida le interesaba sacar fuera lo que había dentro del bloque de granito. ¿No es la materia también un espacio, un espacio más lento?, se preguntaba el escultor en una de sus anotaciones.
La duda, la interrogación, es una constante en el pensamiento de Chillida. Aunque pensaba mucho sus obras, nunca sabía cuál sería el resultado final. Valoraba más el hecho de conocer que el propio conocimiento. Cuando la Universidad de Harvard lo invitó como profesor tuvo que exponer en una pizarra cuál era su programa de estudios. "Mi programa va a consistir en no tener programa. No os voy a enseñar nada, yo os voy a enseñar cómo aprendí yo". Su propuesta tuvo un gran éxito. No hubo plazas para todos los alumnos que quisieron apuntarse.
Chillida pensaba que el País Vasco era "su sitio". "Yo soy de los que piensan, y para mí es muy importante, que los hombres somos de algún sitio. Eso de creernos que no somos de ningún sitio, que lo moderno es ser de Nueva York o París, porque vives allí, no. Ahora bien, lo ideal es que seamos de algún lugar, que tengamos las raíces en algún lugar, pero que nuestros brazos lleguen a todo el mundo, que nos valgan las ideas de cualquier cultura", escribió el escultor en otra de sus notas sueltas. Sin embargo, a renglón seguido se preguntaba: "¿No será el horizonte la patria de todos los hombres?". Amaba el país y allí quiso construir su jardín. Un museo dinámico donde las grandes esculturas de acero vivieran. Y, en efecto, viven. Viven al cambiar de aspecto con el tiempo. Esculturas macizas y que nunca soldaba. Esculturas que forjaba con la ayuda de muchos obreros de la siderurgia cuyos nombres él nunca quiso olvidar. Esculturas de muchas toneladas que parecen pequeñas dentro del paisaje, ya que no llegan a la mitad de la altura de los árboles.
Al abandonar el lugar y meterme en mi coche pienso en algo que me contó Ane sobre el proyecto de Chillida en el monte Tindaya de Fuerteventura. Chillida pensaba que aquella obra "se haría cuando se entendiera". Tal vez, Chillida-Leku volverá a abrir sus puertas también cuando se entienda, de verdad la magnitud de la obra instalada allí.
Cronología de un adiós
- 1 de diciembre. La familia Chillida anuncia un ERE temporal y el cierre del centro a partir del 1 de enero.
- 2 de diciembre. El mundo de la cultura y la clase política muestran su deseo de que el problema se solucione para no perder un emblemático espacio.
- 3 de diciembre. El cierre desencadena el debate sobre qué pasa con las instituciones culturales guipuzcoanas.
- 7 de diciembre. Una semana después del anuncio del ERE, se forman largas colas para entrar al museo, que triplica sus visitas.
- 8 de diciembre. La familia de Eduardo Chillida vende 12 esculturas monumentales a la casa de subastas Sotheby's. Luis Chillida asegura que la venta de obras aliviará el déficit que sostienen.
- 9 de diciembre. El Gobierno vasco dice que quiere que Chillida-Leku siga abierto, pero que depende de una fórmula económica. Presenta a la familia un estudio y una batería de propuestas para "salvar" el centro.
- 22 de diciembre. Un total de 39 artistas deploran el cierre "indignante" de Chillida-Leku en un comunicado.
- 27 de diciembre. El alcalde donostiarra Odón Elorza ofrece la yeguada militar de Lore Toki, que pasará a manos municipales, a los Chillida.
- 28 de diciembre. La consejera de Cultura, Blanca Urgell, indica que "no hay ninguna posibilidad de evitar el cierre". Los Chillida exigen mantener el control sobre las exposiciones y rechazan abrir el museo a muestras temporales de temáticas que nada tienen que ver con Eduardo Chillida.
- 30 de diciembre. Cultura aboga por llegar pronto a un acuerdo con la familia.
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