Entenderse en mandarín
Un agente de Usera decide aprender chino para entenderse con los inmigrantes
Manuel García Vargas siempre trabaja de paisano. Cuando entra en una tienda de chinos, empieza a hablar con el dueño en castellano. Le pide la documentación y comprueba que todo está en orden. De repente, entra otro compatriota del propietario y empiezan a dialogar en su idioma. Este policía municipal les interrumpe. Pero no como lo haría el resto de la plantilla, sino en un claro mandarín. "Siempre se quedan muy sorprendidos porque ellos no conciben que un agente de la autoridad se dirija a ellos en su idioma. Como eso les rompe los esquemas, se abren y te comentan un poco de todo", reconoce con cierta sonrisa en los labios.
García Vargas, 43 años, es cabo. Lleva 19 años de servicio, pero antes ha trabajado "en casi todo". Ha sido funcionario de Correos, vigilante jurado, ha conducido el taxi de su padre y camarero. "Desde que tenía 16 años no he parado", reconoce, con cierta prudencia. Luego enfocó su carrera hacia la policía. Pero lo que llama la atención de este agente es que lleva tres años aprendiendo chino. Y reconoce que lo hizo por dos motivos. El principal, el personal. Tiene una hija china, Silvia Yan, de seis años. "Eso es lo que más me animó. Ahora por ejemplo sé que ese Yan significa golondrina", reconoce. "Cuando era joven, estaba todavía en instituto, pensé que me gustaría ayudar a alguien de India y China, de forma que tuviera las mismas oportunidades que yo", recuerda el policía. Y su esposa le apoyó, sobre todo, al pasarlo tan mal al dar a su luz a su primera hija, ahora con 14 años.
"Se quedan muy sorprendidos cuando les hablo en su idioma"
"El zambullirse y comprender su cultura requiere mucho tiempo"
Detrás está también el motivo profesional. Usera es el distrito de la capital con mayor número de inmigrantes orientales. Hay unos 6.500 censados, aunque la población real será mayor. Según cálculos, unos 3.000 más recorren las calles del distrito (unos 142.000 vecinos). "Lo aprendo desde un punto de vista asistencial o de echar una mano a la gente. Si lo hablan despacio, lo entiendo", reconoce García.
El cabo empezó a estudiar hace tres años en el centro cultural del barrio de los Almendrales. De cero. "Lo difícil son los caracteres y hacerse con el idioma", reconoce el agente. Ahora está matriculado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Siempre que puede le dedica una hora u hora y media de estudio. Es el tiempo que le dejan sus hijas. "Desde luego, lo de la caligrafía china ni me lo planteo. Eso ya es un arte. Además, nosotros nos basamos en el idioma hablado más que en el escrito. Los hijos de los inmigrantes chinos que han nacido aquí saben hablarlo, pero no saben escribirlo", afirma García. "La cultura es para zambullirse uno en ella y comprenderla muy bien, pero eso sí que requiere mucho tiempo", añade.
García se ha decantado en todo este tiempo por el mandarín. Es el lenguaje oficial de China, pese a que existen decenas y decenas de dialectos. "Si ya uno se mete en cantonés, jacanés o cualquier otro, es un auténtico lío, porque cada uno es un mundo. El mandarín es como nuestro latín", explica gráficamente. "Lo importante en todo caso es que este idioma sirva para facilitarnos el trabajo diario y estar más cerca de esta gente, que a veces se encierra en sí misma", destaca.
Recorrer la zona más antigua de Usera es zambullirse en otra ciudad. Si a un madrileño le cerraran los ojos y le metieran en esas calles tras varias horas de un hipotético viaje, pensaría que está en China. Los carteles, la gente y el idioma. Parece una pequeña Shangay. "Tienen un tejido industrial muy grande y se han convertido en un colectivo muy importante dentro del distrito. Es más, un chino no tiene que salir de Usera para sentirse chino", mantiene García.
Pero, ¿son conflictivos los chinos, desde un punto de vista policial? La respuesta rotunda del cabo es que no. Los principales problemas a los que se enfrentan los agentes del distrito son las pensiones y los talleres ilegales. A ello se une el juego, una de las grandes pasiones de los orientales. "En Usera tenemos cinco casas legales, pero suponemos que hay muchas más ilegales, donde se juegan grandes cantidades de dinero todos los días", reconoce el cabo. Este se conoce el distrito palmo a palmo y ya controla a gran parte de sus habitantes. Otros cuerpos policiales como la Guardia Civil, la Policía Nacional o el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) les han pedido ayuda para averiguar algunos datos importantes en investigaciones.
"La china es una sociedad muy hermética y muy patriarcal. Nos extraña que no exista violencia de género, pero las mujeres no lo denuncian. En todo este tiempo, solo he detenido a dos ciudadanos chinos por maltratar a su mujer. Ahora estamos intentando el seguimiento de algunos casos, pero nos llevara su tiempo", describe el policía. "Eso sí, tampoco nos crean problemas de convivencia ni desórdenes públicos", añade a renglón seguido.
García reconoce que los orientales han revitalizado el distrito. Ahora incluso han creado una asociación de vecinos y de comerciantes que está siendo invitada a todos los actos y reuniones importantes que se dan en Usera. Lo han hecho por primera vez y les sorprendió que se acordaran de ellos.
En breve, el cabo no será el único que sepa hablar chino en la Unidad de Usera. Otros dos compañeros también lo están estudiando. Cunde el ejemplo.
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