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Punjab-Lavapiés sin visa: 8.000 euros

Pablo de Llano Neira

Antes de caminar por las calles de Madrid con un ramo de rosas en la mano, de noche, con frío, los vendedores ambulantes han hecho peores recorridos. Qamal Alí, 29 años, empezó su viaje en Gujrat, una ciudad del Punjab, región del noroeste de Pakistán. No tenía visado. Acordó con un conocido, traficante de emigrantes, que le pagaría 8.000 euros al llegar a España si conseguía colarlo a través de medio mundo. Cogió un avión y voló a Dubai, en los Emiratos Árabes.

Se coló en África en avión, a través de Kenya. Luego voló a Malí y de ahí a Senegal. Siguiente parada: Guinea-Bissau. Al cabo de dos meses saltó a Guinea-Conakry, en coche. Cuatro meses después llegó en barco a las Islas Canarias, donde agentes españoles esperaban el barco cargado de sin papeles. Según su relato, la última pirueta de su viaje estaba por llegar. Los transportaron en avión a Madrid, detenidos, y entonces soltó su órdago: "Soy refugiado político de Cachemira [una zona en guerra]". No era cierto, pero dice que fue el único al que no repatriaron: "Me soltaron en Mérida". El trayecto completo le llevó ocho meses.

Cuatro años más tarde, Alí sigue vendiendo artículos de plástico en la calle y debe la mitad de lo que prometió a su traficante. Nadeem Akram, al lado de Alí, cree que le hicieron buen precio. "Si no tienes un contacto, te pueden cobrar hasta 15.000 euros por llegar a Europa", afirma. Él llegó a Barcelona, vía Moscú, en avión, sin pagar peaje de ilegal, con un visado que logró porque tenía una oferta de trabajo en España.

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