Carlos Andrés Pérez, emblema de la Venezuela petrolera más boyante
Un ataque cardiaco pone fin a la vida del ex presidente a los 88 años en Miami
Controvertido y visionario, pero sobre todo carismático, Carlos Andrés Pérez Rodríguez, presidente de Venezuela durante dos ejercicios (1974-79 y 1989-93), murió ayer en Miami de un ataque al corazón. Tenía 88 años y convalecía desde hacía dos lustros de un episodio cardiovascular que a comienzos de esta década le paralizó la mano, el brazo y la pierna derecha. Había nacido el 27 de octubre de 1922 en Rubio, pueblo de la cordillera andina perteneciente al Estado de Táchira, en el seno de una familia modesta. Su padre era cafetalero y él, el undécimo de 12 hijos.
Político precoz, CAP, como se le conocía, ingresó a los 16 años en el Partido Democrático Nacional, creado en 1937 por Rómulo Betancourt, y del que luego surgiría Acción Democrática, donde militaría toda su vida. Al acceder Betancourt a la presidencia, Pérez entró en su secretaría particular. Un año después, en 1946, fue elegido diputado. Tenía 24 años.
Los vaivenes de la política venezolana le hicieron conocer la cárcel y el exilio. Expulsado del país en 1949, peregrinó por Colombia, Panamá, Cuba y Costa Rica hasta que en 1952 retornó a Caracas y creó células de resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Cuando Betancourt, su principal mentor, volvió a la presidencia, CAP entró en el Gobierno. En 1973 fue candidato de Acción Democrática a las elecciones presidenciales, que ganó por un amplio margen.
Carlos Andrés Pérez pasará a la historia como emblema de la Venezuela petrolera más boyante. Su primer mandato lo hizo en la cresta de la ola gracias a la bonanza económica, cuando la llamada Venezuela saudí se codeaba en los foros de la Organización de Países Productores y Exportadores de Petróleo (OPEP) como lo que era, y lo que es: uno de los mayores productores de oro negro del mundo. El planeta aún se dolía de la crisis energética de los setenta, y la aparición estelar de Venezuela en la escena internacional supuso su consagración como estadista. El flujo de petrodólares que llegaban a Venezuela se tradujo en la realización de grandes obras, como el complejo hidroeléctrico del Guri. CAP nacionalizó la industria petrolera en 1976, y alentó el desarrollo de las del aluminio y el acero.
Presidente de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y número dos de la Internacional Socialista a comienzos de los ochenta, las mieles que Pérez había conocido en su primer mandato se trocaron hieles en el segundo, lastrado por la sombra de la crisis económica. La adopción de un riguroso programa de austeridad al poco de asumir funciones en 1989 provocó violentos disturbios en Caracas, que se saldaron con el denominado caracazo y un balance indeterminado de víctimas mortales.
Dos asonadas protagonizadas por el entonces desconocido Hugo Chávez, a la sazón teniente coronel, pusieron contra las cuerdas a CAP en 1992. Y un año después, la Fiscalía General ponía fin a su carrera política con una acusación por malversación y peculado, un hecho sin precedentes en la historia del país. Tras dos meses en prisión, pasó a la situación de arresto domiciliario en 1994, con 72 años. Acción Democrática le retiró la militancia tras 57 años de compromiso.
Un postrero intento de regresar a la vida pública, en 1998, resultó efímero: fue elegido senador y recuperó la inmunidad parlamentaria -lo que le permitió paralizar procesos pendientes-, pero el uniformado que seis años antes le había puesto contra las cuerdas llegó esa vez para quedarse. Hugo Chávez accedía a la presidencia en 1999 y CAP emprendía otra vez camino del exilio, a Nueva York y a República Dominicana. Y a Miami, su última parada.
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