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Un tesoro artístico espera en un limbo jurídico entre el Prado y Rascafría

El monasterio de El Paular, restaurado por ocho millones, espera 52 'carduchos'

Los designios estatales son inescrutables. Solo así se explica por qué el Ministerio de Cultura, que lleva gastados en los últimos 17 años hasta 8.609.535 euros en la rehabilitación del monasterio cartujo de El Paular, no haya dado aún luz verde a un proyecto deslumbrante: la reinstalación en su claustro mayor de 52 cuadros pintados para la comunidad cartuja por Vicente Carducho en 1632.

Nadie se lo explica. Máxime cuando ese tesoro artístico del pintor florentino, coetáneo de Velázquez, permaneció disperso durante 175 años por distintas ciudades de España a consecuencia de la desamortización de bienes eclesiásticos de 1835. Los cuadros fueron tesoneramente documentados por el experto Werner Beutler y felizmente reunidos en el Museo del Prado. Allí, una restauración minuciosa que duró una década, a cargo de Leticia Ruiz y su equipo, permitió recobrar en todo su esplendor las 52 telas, cuya secuencia compone una de las colecciones de pintura histórica más importantes de Europa.

El claustro cuenta ya con ventilación, luz y calor aptos para los cuadros
La instalación requiere la creación previa de una fundación mixta

Cierto es que en la decisión de instalar los carduchos en El Paular depende del acuerdo del Gobierno regional de Madrid y del Ayuntamiento de Rascafría, concernidos en el destino del monasterio al igual que la orden benedictina, que desde 1954 regenta el cenobio situado en el valle del Lozoya, a los pies de Peñalara.

El trámite obligado para culminar la instalación es la creación de una fundación mixta, que aúne a estos organismos, más la aprobación de un convenio regulador de su gestión. Pero los que integrarán la fundación dicen mostrarse igualmente interesados en que los 52 cuadros del pintor y tratadista Carducho vuelvan cuanto antes a colgar sobre los muros que los admiraron durante dos siglos, hasta que la dispersión los esparció desde A Coruña a Tortosa, de Córdoba a Zamora. "El Ayuntamiento de Rascafría se compromete a asumir el mantenimiento básico que requerirá la exposición", asegura la alcaldesa Yolanda Aguirre. "Las conversaciones entre las dos administraciones, los benedictinos y nosotros se suspendieron hace un año, cuando ya estaban consignadas las dos partidas de 200.000 euros que se necesitaban para ultimar el proyecto", añade.

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Fuentes del Ministerio de Cultura señalan un requisito previo: la elaboración de un plan general que contemple todos los extremos de la futura apertura. Aseguran que ello lleva su tiempo, lo mismo que la erección de la fundación y la rúbrica del convenio.

José Luis Martínez Almeida, director general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, dice mostrarse dispuesto a agilizar la instalación de los carduchos, pero asegura que aún no ha recibido una propuesta específica por parte del Ministerio de Cultura. Tampoco hay fecha para una nueva reunión.

Por su parte, Miguel Muñoz Vila, prior de la decena de frailes benedictinos, con tres novicios, que moran en el recinto conventual, se muestra pese a todo esperanzado y confía en que las próximas semanas llegue una solución. El prior exhibe las obras más recientes acometidas en el monasterio, que han tenido por objeto la adaptación, saneado, rehabilitación y restauración del claustro mayor del monasterio, que data de fines del siglo XV y se atribuye a Juan Guas, autor de San Juan de los Reyes, en Toledo.

Cuatro crujías de 50 metros de longitud, 6 metros de altura y 4 de anchura cada una, con bóvedas surcadas por nervaduras góticas, configuran el espacio que recibirá los cuadros. Todo el ámbito claustral ha sido minuciosamente tratado por el equipo del arquitecto Eduardo Barceló, desde que el Gobierno de Joaquín Leguina decidiera hace más de tres lustros atajar el proceso de ruina que asediaba a numerosas zonas monacales. Barceló trazó entonces un plan director por el cual se ha regido la restauración completa, sus cubiertas, celdas y templo", explica José Antonio Buces, restaurador del Instituto del Patrimonio Cultural y coautor de la recuperación para El Paular de dos espléndidas sillerías que se hallaban en San Francisco el Grande.

El arquitecto Barceló subraya que en la última actuación, "que ha implicado una inversión de 3.200.000 euros, el acento se ha puesto en actuar conforme a pautas de ahorro energético y de elusión de intervenciones agresivas sobre la arquitectura". Vidrios de control solar de seis milímetros; sondas entálticas que regulan temperatura y humedad conforme a las pautas dictadas por el Museo del Prado y el Instituto del Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura; sistemas de atemperamiento, drenaje y ventilación, una vez eliminadas humedades, y capilaridades, asegurarán las mejores condiciones para exponer los 52 cuadros en el lugar para el que fueron pintados: el gran claustro de un monasterio codiciado por todos los reyes y reinas de Castilla, desde que Juan II decidiera su construcción en 1390.

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