Lo que enseña el desierto
Un grupo de adolescentes de Loiu cuentan su experiencia en un campo de refugiados saharauis - Los menores han convivido con varias familias
Nerviosos como el día en que pusieron un pie en el Sáhara Occidental, ocho jóvenes de Leioa explicaron ayer en el aula de cultura del municipio su experiencia en un campo de refugiados saharaui. Si tuvieran que elegir una palabra para resumir lo vivido sería "concienciación", como explicaron. La concejal de Acción Social de Leioa, Isabel García, de EB, encabezó el acto rodeada de los menores, de entre 14 y 17 años, que del 2 al 10 de diciembre pasados cambiaron la comodidad de sus casas por la arena del desierto, la falta de agua corriente y la imposibilidad de acceder a bienes de primera necesidad.
"Increíble. No se puede definir con palabras. Es algo que sientes y vives en el momento. Nos han recibido muy bien, y nos han transmitido cosas que nunca había experimentado", apuntaba Lydia Blanco, de 15 años.
La experiencia ha sido "increíble. No se puede definir", explica una joven
Doce jóvenes (11 chicas y un varón) vivieron la experiencia. Acompañados por cuatro monitores, dos educadores y dos miembros de la asociación Fath, han convivido ocho días con familias saharauis en grupos de tres o cuatro.
Lydia continúa con su relato. Lo que más le impactó fue una visita a un hospital: "Había mujeres y niños con piernas mutiladas por culpa de las minas antipersona". Y añade: "A uno le preguntamos qué era lo más bonito que había visto en su vida y contestó que el mar. Era de un pueblo que le quitaron los marroquíes y había una playa preciosa a la que no ha podido volver".
Los muchachos, alumnos de varios colegios del municipio y con experiencia en proyectos de participación -forman parte de Ekotalde, un programa municipal para fomentar la implicación juvenil-, son ahora conscientes de las otras realidades del mundo. Ni Lydia ni sus compañeros dudan cuando afirma que volverán, "al ser posible el próximo mes de abril" o "mañana mismo", puntualiza Araia Blanco, de 15 años.
"Llevaron una mochila cargada de cosas para los saharauis y la han traído llena de sentimientos", afirmó la concejal.
Muchos de los jóvenes reconocieron que desconocían cuál era la realidad del pueblo saharaui antes de embarcarse en la aventura. "Sabía que vivían mal, pero no tenía ni idea de que no viven en su tierra", contó Lydia. Además de coleccionar anécdotas -"los chicos de nuestra edad allí juegan a las canicas" o "una vez íbamos en un coche y se pararon a rezar"-, han palpado el conflicto saharaui. "Tienen muy presente que les quitaron unas tierras, hasta los jóvenes, aunque nunca hayan vivido en ellas. Uno nos dijo: 'Si oís que va a haber una guerra, nosotros vamos a ser los primeros en coger un arma y luchar", recordó Olaya Ayestarán, de 17 años.
El viaje ha cumplido con las expectativas con las que se impulsó, según García. "Creo que se ha satisfecho la idea inicial, que era vivir la experiencia y, de rebote, la concienciación del municipio y potenciar la acogida de niños saharauis en verano", concluyó la edil.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.