Cuatro familias rotas por un hombre en apuros
En menos de 15 minutos, Pere Puig, de 57 años, acabó ayer con las vidas de Joan Tubert, de 61 años; Àngel Tubert, de 35; Rafael Turró, de 46; y Anna Pujol, de 52. Todos recibieron un disparo de la escopeta que Puig usaba para ir a cazar.
Tubert era natural de Olot (Girona). Allí había vivido toda su vida, en una casa que construyó su padre y que, en la actualidad, compartía con su mujer, Joaquima. Allí se han criado sus dos hijos: Àngel y Meritxell.
Tubert fundó hace años la empresa Construcciones Tubert. Era un contratista reputado, que tanto hacía obras importantes como arreglos de albañilería a quien se lo pedía. Desde hacía un tiempo, Joan le daba vueltas a la jubilación. Por eso, su hijo Àngel, que había regresado de Menorca hacía un año, después de separarse, y con un hijo pequeño, estaba intentando tomar las riendas del negocio, según contó la responsable del bar Pekín, cercano a la casa familiar.
Pere Puig era su albañil de confianza. La empresa, que en los tiempos buenos había tenido más de siete trabajadores, ahora se había quedado con dos. Puig era uno de ellos. Pero los números no salían. El dueño de la última obra en la que estaban trabajando no pagaba, contó el marido de una familiar de Joan. Tubert se planteó echar también a Puig. Y este decidió acabar con la vida de sus jefes.
Amigos del pueblo
Puig también mató a Rafael Turró, un hombre de 46 años natural de Olot. Ejercía de subdirector de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) desde hacía unos años. Licenciado en la escuela de negocios ESADE, fue director de la sucursal un tiempo. Pero prefirió quedarse en la segunda línea por sus dos hijas, de cinco y ocho años. "Quería dedicar tiempo a su familia", explicó un amigo. Rafael Turró era además una deportista, aficionado a los maratones.
Pere Puig acabó con él de un disparo. Y acto seguido mató también a Anna Maria Pujol. La mujer, de 52 años, trabajaba como cajera en la CAM. Era madre de dos hijas y también tenía una nieta. Daba la casualidad de que Anna María era además la prima de uno de los amigos de Puig de su pueblo, Sant Esteve d'en Bas. Juntos solían salir a cazar jabalíes y se veían habitualmente en el bar del pueblo. "Ha sido una desgracia, no sabemos qué se le puede haber pasado por la cabeza", se lamentaba ayer el amigo de Puig a las puertas de su casa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.