"El conflicto palestino no es un conflicto religioso"
El patriarca ortodoxo de Jerusalén defiende en Santiago el retorno de los exiliados y el fin de la colonización israelí
El arzobispo Theodosios, Atallah Hanna de nombre propio, de la Iglesia Ortodoxa Griega en Jerusalén, no se considera "solidario" con la causa palestina. "Es que la cuestión palestina es nuestra, nuestra propia causa", se explica con vehemencia. Para el líder de los cristianos palestinos -él mismo nació en 1965 en el norte de Galilea-, su condición de "difusores del legado de Cristo" les obliga a tomar partido por la paz. "Pero una paz justa y basada en la equidad", repite una y otra vez. Theodosios visita estos días otra ciudad santa, Santiago de Compostela, invitado por la Fundación Araguaney, del empresario gallego-palestino Ghaleb Jaber Ibrahim, y expone en diversos foros la desconocida y contraria a la colonización israelí postura de los cristianos ortodoxos palestinos.
"No es que apoyemos la causa palestina: es nuestra causa", afirma
"Lo confesaré con toda sinceridad: estamos muy lejos de una solución"
"No debemos decir que el conflicto palestino es un conflicto religioso", afirma, "sino entre gente que ha perdido sus derechos y gente que se ha apropiado ilegítimamente de estos derechos". Según el arzobispo, este diagnóstico lo prueban "los numerosos judíos que rechazan la acción del Estado de Israel" sobre los palestinos. Y aunque su discurso, una tercera vía más cercana a la izquierda laica de la zona que al islamismo, presenta numerosos matices que chocan con su condición de jefe religioso, no olvida que se debe a los fieles: "Las religiones pueden convivir pacíficamente, al fin y al cabo todos somos criaturas creadas por Dios".
La mirada de Theodosios sobre su propia tierra y la ocupación que la desgarra desde la fundación de Israel en 1948 distingue entre dos ópticas. Insiste en que el periodista no debe mezclar lo que opina él personalmente con lo que expresa como patriarca ortodoxo. "La Iglesia Ortodoxa no es una organización política y nuestro apoyo a los palestinos no parte de una posición política, sino de una posición humana y nacional", especifica, "una posición favorable a una paz auténtica y verdadera". Entre las dos estrategias que parecen abrirse paso entre la resistencia palestina -dos Estados o el Estado único en el que convivan árabes y judíos-, los ortodoxos sólo escogerán "aquella solución consensuada por todos los actores".
Pero la opinión de Atallah Hanna se desvía ligeramente de la de la confesión que representa. "Soy partidario de un solo Estado con doble nacionalidad", afirma, "con democracia y libertad". Facilitar el retorno de la diáspora palestina -los que huyeron de la ocupación israelí en 1948 y del final de la Guerra de los Seis Días en 1967-, Jerusalén como capital y la construcción de un aparato estatal laico conforman las tres condiciones sin las que no habrá salida honrosa para un conflicto enquistado. "No me gusta la idea de un Estado religioso; el laicismo, que no se debe confundir con la apostasía, puede defender mejor las religiones que un Estado confesional", apuntala su razonamiento. El intelectual palestino de izquierdas Edward Said fue en los últimos años uno de los más conspicuos abogados de la causa laica. Eso sí, el optimismo de la voluntad no clausura el pesimismo de la razón de Hanna: "Se lo confesaré con total sinceridad: estamos todavía muy lejos de una solución del conflicto. Israel, y las grandes potencias que lo apoyan se creen demasiado fuertes para acompañar una solución y se encuentran en posiciones radicales que no ayudan a la paz".
Los ortodoxos, que se instalaron en Jerusalén en el siglo V, seis antes del cisma con los católicos, son apenas un 1,5% de la población palestina. El arzobispo Theodosio lo sabe y no lo oculta. "Sin embargo, nuestra presencia en la sociedad, en la vida religiosa e intelectual, va más allá", asegura, "bajo ningún concepto vivimos al margen de la ciudadanía". La Iglesia que encabeza en Jerusalén gestiona hospitales y escuelas "abiertas a todo el mundo, sin ninguna discriminación". El patriarca recalca que nunca, en ninguna circunstancia, los fieles de su confesión se han sentido una minoría. "No concordamos con el presidente de Estados Unidos, que en un discurso se refirió a nosotros como 'minoría", apostilla, "no somos una minoría, sino parte activa del tejido palestino".
Horas antes de mantener su encuentro con este periódico, el arzobispo ortodoxo de Jerusalén se arrodilló ante el altar de la catedral de Santiago, lejos de los flashes de la prensa. "Estoy doblemente emocionado y feliz por visitar una ciudad santa", relata, "y cuando recé ante el apóstol Santiago, sentí una fuerte emoción motivada por la fe". La historia oficial de la basílica compostelana refiere que el Apóstol era originario de Palestina y desde allí partió para llevar el mensaje cristiano hasta el finisterre europeo. "Desde la total humildad", concluye, "mi visita es histórica, la primera vez que un arzobispo reza en una catedral católica".
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