La píldora prodigiosa
El poder del ácido acetilsalicílico que contiene la aspirina convirtieron a este conocido medicamento en pieza imprescindible del botiquín doméstico. Son muchos los que saben que todo pequeño dolor o malestar que no tenga que ver con problemas de estómago puede aliviarse con esta píldora comodín de efectos analgésicos, antipiréticos y antiinflamatorios que sintetizaron para uso comercial los laboratorios Bayer a mediados del siglo XIX.
Con el paso del tiempo, los científicos descubrieron que, además, este fármaco es un importante protector cardiovascular, que su uso moderado y continuado previene los infartos de corazón y los accidentes cerebrales. De modo que cardiólogos prestigiosos animan a los pacientes a hacer como ellos: tomar una pequeña dosis de aspirina diaria de manera preventiva.
Quizá porque lleva tanto tiempo en el mercado, quizá porque este ácido es finalmente la esencia de la salud, el caso es que un nuevo ensayo ha descubierto otra propiedad positiva de la aspirina: reduce el riesgo de cáncer.
The Lancet, una prestigiosa revista científica británica, lo ha publicado esta semana pasada: el consumo diario de una pequeña dosis de aspirina (75 miligramos, que sería menos que una cuarta parte de una píldora habitual de 500 miligramos) reduce en un 25% la probabilidad de morir por un cáncer.
El seguimiento realizado a 25.570 pacientes ha dado extraordinarios resultados: si ese consumo diario se hace durante un mínimo de cinco años, las posibilidades de morir de cáncer se reducen aún más, hasta un 34%. Se ha comprobado también que su poder preventivo es más eficaz contra el cáncer colorrectal y el de esófago.
Al margen de las personas con problemas de sangrado intestinal o estomacal, la aspirina se convierte, así, en uno de los mejores y más baratos fármacos para prevenir graves enfermedades que son, hoy por hoy, las más mortíferas en el mundo desarrollado. No es de extrañar que uno de los participantes en este nuevo descubrimiento, el profesor de la Universidad East Anglia Alastair Watson haya proclamado que la aspirina es, de lejos, "el fármaco más asombroso del mundo".
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